Con la excepción de los dramáticos índices inflacionarios, sin duda de peligrosos efectos, todos los indicadores económicos muestran una evolución favorable. Esta recuperación es para destacar, ya que el país viene sumergido en una prolongada crisis de largo plazo y a ella se sumó el impacto de la pandemia.
Impuesto inflacionario
Se afirma en algunos ámbitos, sin sentido, que Argentina cayó varios puntos más que el resto del mundo. Se ignora así que la nueva gestión arrancó no sólo con una tendencia profundamente negativa, sino también que la incidencia sobre la capacidad de sobrevivir de las empresas y de consumir de las familias en la pandemia son muy distintas cuando existen ahorros tras un período de bonanza. En este último caso, los empresarios pueden aguantar más y las familias mantener sus niveles de vida y de presencia en el mercado.
Pero quizás lo más grave es que frente a la necesidad inexorable de apoyar a las empresas y sectores más vulnerables, el Estado no cuenta en Argentina con otro recurso que apelar al “impuesto inflacionario”. Se sabe que este es un impuesto de alto costo, pero tampoco cabe duda de que si su “recaudación” es orientada a los sectores más débiles los beneficia. Muchas empresas no cerraron gracias al Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Muchas familias sobrevivieron gracias a la postergación del aumento tarifario. Todo ello no había otra forma de financiarlo que no fuera con emisión.
Ajustes
Algunos fundamentalistas plantean que los subsidios debían financiarse… con los despidos masivos de empleados públicos. Despedir en medio de esta crisis para subsidiar es directamente una contradicción en sí misma. Otros plantean que la solución hubiera sido bajar los sueldos de los funcionarios políticos, lo que podría justificarse como ejemplo, pero sólo tendría un efecto simbólico. La realidad es que, frente a los grandes componentes del gasto público de las jubilaciones y los sueldos de los empleados públicos, se asumió el costo político de un significativo ajuste en términos reales.
De ahí que se logró una fuerte caída del gasto público que, junto al aumento de la recaudación, permitieron una baja sustancial del déficit fiscal. Ello fue acompañado de una reducción igualmente significativa de la expansión monetaria.
El problema fue que la expansión monetaria demasiado elevada de 2020 (por una errónea política de confinamiento especialmente en el segundo trimestre del año pasado) está lejos de ser reabsorbida aun.
Además, fue muy importante como impulso inflacionario el aumento del precio internacional de los alimentos. Estos son nuestras principales exportaciones y se ven afectados en nuestro país no sólo por el aumento global sino también por la devaluación mensual del peso oficial de 2% o 3%. Tampoco puede desestimarse el impacto en las expectativas sobre los costos de reposición que genera la debilidad económica del país.
Crecimiento y desafíos
Sin embargo, junto a la mejora de la situación fiscal y monetaria, debe destacarse la favorable evolución de la actividad económica que proyecta una recuperación cercana al 7% del PBI. Así, en 2022 podrán recuperarse (como no lo lograrían muchos otros países) los niveles de 2019. Sería una recuperación liderada por el elevado aumento de la producción industrial y la reducción del desempleo. Debido también a los grandes avances en la reprogramación de las deudas privadas y públicas, el país podrá tener en un corto plazo la posibilidad de crecer, más allá de recuperar lo perdido.
Por otro lado, el fuerte deterioro en los mercados de estos días está reflejando la baja en la categoría de Argentina en función a la permanencia en el tiempo del régimen de control de cambio. Pero es obvio que país no tiene otra alternativa mientras continúe en el default al que se ingresó a mediados de 2018, con una refinanciación de largo plazo con el Club de Paris y el FMI.
Hoy una liberación de la salida de capitales traería una disparada del dólar de efectos incalculables. Sin embargo, lo que debe tenerse en cuenta es la importancia que tiene proseguir avanzando en el ajuste macro, sin prestar atención a los planteos populistas.
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