El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción, que elabora el INDEC y que tuvo caídas interanuales profundas desde el año pasado -en julio, este retroceso interanual había llegado a superar el 23%-, mostró por primera vez desde 2015 una variación positiva del 10,8%, que lleva a las comparaciones interanuales durante el primer trimestre del año también a la franja positiva, con un aumento del 1,8%.
El crecimiento se apoya, sobre todo, en grandes obras camineras, como lo confirma que el consumo de asfalto subió más de 1000% en el trimestre respecto al mismo período del año anterior. El cemento mostró un incremento, siempre en el trimestre, del 6,1%. En la otra punta, los artículos sanitarios de cerámica y los ladrillos mostraron un retroceso respecto al año pasado aun en marzo.
La industria siguió en retroceso, pero de acuerdo al INDEC la baja se moderó significativamente en marzo a un retroceso interanual del 0,4%, el menor desde que comenzó la caída y, si se mide el trimestre, el retroceso alcanzó al 2,4%.
La economía ingresa en el segundo trimestre del año con mejores perspectivas económicas que las observadas en los primeros 15 meses de gestión del gobierno de Mauricio Macri. Tal como anticipábamos, en marzo comenzó a sentirse el impacto del programa de obras públicas que, junto a la evolución de las cosechas, constituyen los pilares de esta reacción.
El impulso sobre la construcción está llamado a acentuarse en los próximos meses porque muchas obras recién se iniciaron y otras ya licitadas tendrán pronto comienzo, mientras las licitaciones continúan. El gobierno aspira a que en el segundo semestre de este año sí se advierta una reactivación, con vistas a mejorar el clima social en el escenario electoral.
Sin embargo, más allá de que cabe esperar aumentos en el Producto Bruto Interno a partir de marzo y en lo que resta del año, no se dan las condiciones para creer que se inició un ciclo de crecimiento de largo plazo. La debilidad del mercado interno por la fuerte erosión de ingresos que resulta del alto nivel de inflación y las pocas posibilidades para las diversificaciones de exportaciones con el actual atraso cambiario, le quitan sustento a la reactivación. Esta sigue apoyada fundamentalmente en la obra pública, y la necesidad de atacar el déficit fiscal la afectará necesariamente en el corto y mediano plazo.