Logros económicos y severos desafíos políticos

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Junto a todos los índices económicos que ratifican la continuidad del crecimiento, la firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) hace vislumbrar una luz al final del túnel. Se logró una refinanciación a 30 meses del préstamo stand by original de mediados de 2018, lo que libera divisas para continuar con las importaciones que requiere la expansión de la industria. Lamentablemente, la crisis política y los frenos a la política económica en curso que surgen en el seno del propio gobierno pueden frustrar un proceso virtuoso. Estos hechos y una crítica feroz y poco coherente son grandes obstáculos.

Recién una vez pasado dos años y medio, o sea avanzado el nuevo gobierno que surgirá de los comicios del año próximo, se establecerá un programa a diez años para la amortización de la deuda. El principal condicionamiento es que se concrete una reducción gradual del déficit fiscal y la emisión. Esta refinanciación, con la devolución de los pagos realizados en los últimos dos años y sin la aplicación de reformas regresivas -llamadas pomposamente “cambios estructurales”-, resulta única en la historia del FMI, lo que descalifica a quienes niegan que la negociación fue exitosa y justifica las demoras. Exigía colocar al FMI frente al peligro de un default, que si bien arruinaría las cuentas argentinas, también llevaría al rojo a las cuentas del organismo financiero internacional.

Medidas

El gobierno acepta sumisamente los controles trimestrales del Fondo, aunque la idea de lograr una reducción gradual pero significativa del déficit fiscal y la emisión no es ajena a la actual conducción económica. Debe recordarse que al comienzo de su gestión empezó por suprimir la cláusula de ajuste por inflación para las jubilaciones porque venía muy alta, dada la aceleración inflacionaria de los últimos meses del gobierno anterior. En los meses subsiguientes, los ajustes también fueron menores a la inflación, lo que se compensó sólo para las jubilaciones más bajas con bonos especiales y la gratuidad de los remedios. Luego se estableció una nueva fórmula de ajuste de las jubilaciones, basada en la recaudación y los salarios, o sea, ajustada a los ingresos fiscales y que, por ende, protege las finanzas públicas.

También se redujo el salario real del sector público, un ajuste mucho más lógico que promover despidos en medio de la disminución del empleo privado. Otro hecho destacado es el fomento a la captación de fondos netos a través del deprimido mercado de capitales locales, pese al “reperfilamiento” de pagos de la deuda pública en pesos que implementó el gobierno anterior.

Además de la contención del gasto, que obviamente se interrumpió cuando comenzó la paralización económica generada por la cuarentena (como ocurrió en todo el mundo), se apeló a nuevos gravámenes para cerrar las cuentas: las mayores retenciones y el impuesto a la riqueza. Ese incremento de impuestos contribuía obviamente a reducir la emisión y el déficit. Pese a la discusión que generó, no impidió una recuperación mucho más fuerte que la prevista a fines de 2020 y en 2021. Tampoco evitó que la economía se ubicara a fin del año pasado, clara e indiscutiblemente, en un nivel superior al que estaba durante la crisis de 2018. Y todos los indicadores confirman que la economía sigue creciendo en 2022. Sólo quienes consideran que la economía necesita inexorablemente una drástica reducción del mercado interno, cierre de empresas y desempleo, pueden afirmar que el gobierno carecía de dirección.

Crecimiento

En la segunda quincena del mes se conocieron muchos datos que apuntan en ese sentido. El más significativo es el desempleo, que al caer en diciembre a 7% se ubica en el nivel más bajo desde fines de 2015. La tasa de empleo, o sea la proporción de la población total que trabaja, es récord. La inversión, que supuestamente está golpeada por la política económica, durante 2021 aumentó 32%, pese a que en 2020 se había reducido 13%. Nadie discutió estos datos del INDEC. El aumento de la incorporación de maquinaria y equipo está testimoniado por las cifras de importaciones en estos rubros y el dinamismo de la industria local de bienes de capital. La producción de maquinaria agrícola fue record.

Además, la expansión de la construcción se traduce en una demanda de cemento en fuerte desarrollo. Vaca Muerta expandió la producción por fuertes inversiones y se avanza en la producción de litio. Pese al problema ambiental de la mega-minería, aumentan los proyectos mineros. La demanda de maquinaria del agro es un hecho. Quizás el hidrógeno verde sea una fantasía, pero la incorporación de la Argentina a la ruta de la seda abre un camino claro al desarrollo de la infraestructura.

De esa forma, el año pasado no sólo el crecimiento promedio del PBI fue del 10,3%, prácticamente igualando el nivel de 2019. Mes a mes, la actividad vino creciendo de forma que el índice en diciembre es el más alto desde marzo de 2018. Los niveles de la producción de cemento, petróleo y siderurgia lo confirman.

Este año comenzó con gran empuje y con gran optimismo empresario en materia de producción y exportaciones, según lo reflejan las encuestas del INDEC. Junto a una temporada turística récord, la producción industrial durante el primer bimestre del año creció 4,8% respecto al mismo período del 2021, de acuerdo con FIEL.

Obstáculos

En este escenario, en las últimas semanas se produjo una fractura absoluta en la alianza gobernante respecto al acuerdo y, en definitiva, acerca de las políticas económicas necesarias para enfrentar la inflación y el problema fiscal. Mientras la economía logró un déficit muy inferior al presupuestado en el primer semestre, durante el segundo semestre se le exigió que gastara más. Hoy las diferencias de ninguna manera pueden considerarse como “parte de la discusión en el seno de una coalición”. Plantea una diferencia sustancial en la estrategia de gobierno.

El gobierno impulso el acuerdo con el FMI y logró su aprobación en las dos cámaras merced al apoyo de sectores moderados de la oposición, que arrastraron a regañadientes a otros que dieron su voto positivo a desgano. El gobierno, tras perder por amplio margen las elecciones de medio término, sufrió una fractura que lo deja claramente en minoría en el Congreso. Además, se encuentra claramente enfrentado al Poder Judicial. Los gobernadores de las principales provincias -como Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Santa Fe- están distantes. En ese contexto, la falta de confianza y la incertidumbre hacen muy difícil contener la inercia inflacionaria con crecimiento.

 

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