¿Por qué cae el desempleo?

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La evolución del empleo es un testimonio elocuente de la recuperación de la economía, no solo frente al impacto del COVID-19 sino también frente a las gigantescas secuelas de la crisis de 2018. Ante esa realidad evidente, algunos economistas afirman que lo único que mejoró es el empleo público. En términos macroeconómicos, ello es imposible. Así, en los 31 aglomerados urbanos que analizó el INDEC, el número de empleados entre el tercer trimestre de 2020 y el tercer trimestre de 2021 aumentó en 1.750.000 puestos. ¿Sería posible tamaño aumento del empleo público improductivo cuando el déficit fiscal cayó a la mitad entre ambos años?

Empleo

Al tercer trimestre de 2021, el desempleo bajó al 8,2% de la población que quiere trabajar. Fue un mejor nivel no sólo que el de 2020 cuando llegó al 11,7%, sino también que el de 2019 (9,7%), 2018 (9%) y aun del mismo trimestre de 2017 (8,3%). Este último fue el único año “bueno” de la gestión anterior, logrado gracias a un endeudamiento masivo que determinó la explosión de 2017.

Si consideramos la población de los aglomerados analizadas por el INDEC, el porcentaje de la población con empleo alcanzó a 42,9% de la misma. Es un número mucho mejor que el de los últimos seis años. En los años previos nos enfrentamos a las oscuras estadísticas de la intervención del INDEC.

Aún sin considerar el impacto psicológico que pudiera tener el triunfo del Frente de Todos, el INDEC estimó en el tercer trimestre de 2019 el número de empleados en 11.939.000. Este indicador cayó a 10.658.000 empleados en el mismo período de 2020, para llegar en el mismo período de este año a 12.404.000. Es decir que en dos años, desde que el macrismo perdió las PASO, se crearon 500 mil puestos de trabajo.

Expansión

Hay quienes afirman que para sanear la macroeconomía es necesario arruinar la economía. Su idea es que las crisis se combaten sólo con ajuste fiscal y creando “confianza” (facilitando la salida de capitales del país) en lugar de impulsar la actividad. La presentan como “lo nuevo”. Pero el neoliberalismo recuperó esta idea de la prehistoria, principalmente para exportarla a los países atrasados. Los países avanzados no la aplican.

La recuperación en Argentina tiene que ver con la expansión de la obra pública aún en la crisis, de vital importancia por el efecto derivado sobre toda las ramas productivas. Cabe recordar que pese a lo que se dice sobre las cloacas y los caminos, la construcción cayó significativamente durante 2016, 2018 y 2019. También tiene una gran irradiación la industria automotriz, cuya demanda se vio estimulada ante el freno a la salida de capitales, como ocurre con la construcción privada. El costo del crédito a empresas y particulares descendió sustancialmente estos años. Pese a la merma del salario real, que apenas empieza a revertirse, la recuperación del empleo aumenta la demanda global.

Las exportaciones en expansión están motorizadas por el sostenimiento de un tipo de cambio retributivo. Las regulaciones dan paso a una sustitución de importaciones que juega a favor de la producción local. Obviamente, no hay inversión extranjera (imposible en un país que fue llevado a la cesación de pagos), pero aumenta el uso de la capacidad instalada. Aumentan las importaciones de bienes de capital y la producción de la industria de maquinaria agrícola, la construcción y la industria en general.

 

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