La caída de la actividad económica en septiembre fue muy significativa. Dos sectores de gran importancia, como la industria y la construcción, tuvieron retrocesos interanuales del 11,5% y 4,2%, respectivamente. Ante estas cifras cabe hacerse algunas preguntas.
¿Se trata de una caída puntual asociada a un mes de alta producción durante el año pasado? No. Si bien durante el año pasado hubo mejoras en la actividad, básicamente se recuperaron los niveles de 2015. O sea que las caídas de hoy son contra niveles de producción alcanzados dos años atrás. Si a ello se le suma el aumento de la población de por lo menos el 3%, se advierte que, por habitante del país, la producción tuvo una fuerte disminución respecto a los niveles de 2015, lo que sumado al mayor desempleo y la distribución regresiva del ingreso se traduce en el aumento de la pobreza que todos visualizan en la calle y en la población de los comedores comunitarios.
Otra pregunta que cabe hacerse es si estamos frente a un retroceso de un solo sector de la producción con fuerte impacto en el promedio. No, es una caída generalizada. De los diez bloques en los que divide al sector industrial el INDEC, nueve cayeron. Sólo subieron un 2,7% las industrias metálicas básicas. Por otra parte, los principales insumos de la construcción también mostraron una fuerte declinación. Es decir, se está frente a un retroceso generalizado.
También corresponde preguntar si la caída refleja frecuentes oscilaciones en los niveles de actividad. No, las caídas pueden considerarse históricas particularmente en el caso de la industria, ya que desde la crisis de 2001/2002 no se observaron retrocesos semejantes.
¿La situación tiene que ver con una crisis internacional? No. Según el Banco Mundial, la economía global crecerá este año un 2,2% y los países emergentes lo harán en un 4,5%.
Por último: ¿hay perspectivas de una cercana recuperación? No. Las expectativas para el próximo trimestre de los industriales y constructores, relevadas por el INDEC, son pronunciadamente negativas para producción y empleo y sólo moderadamente positivas para exportaciones. Así lo confirman también los indicadores de venta de insumo de la construcción de octubre. Además, el FMI y el Presupuesto nacional proyectan para 2019 una caída del PBI de por lo menos un 1,5%. Por otra parte, más allá de lo que espera el gobierno, el acuerdo con el FMI implica la continuidad del ajuste durante 2020, 2021 y 2022 para lograr el equilibrio financiero, que ahora alcanza a 3 puntos del PBI, lo que no deja margen para el crecimiento.
Sintetizando, estamos frente a una recesión muy profunda, generalizada e histórica, producto de la política económica local y que se proyecta hacia el mediano y el largo plazo.