El Gobierno ganó la batalla del corto plazo.
Tiene grandes vulnerabilidades políticas y económicas que, sin duda, pueden tener un fuerte impacto. Pero en el frente político las debilidades de la oposición son mucho mayores. Todo indica que se ganó a la mayoría del PRO y del radicalismo, que ven disminuir día a día su capacidad de acción. Mientras, el kirchnerismo no sólo no zanjó su difícil interna, sino que aparecen desde el peronismo, con buenas chances, sectores dispuestos a disputarle la cancha a Cristina Fernández de Kirchner y que son dialoguistas en materia de política económica.
Ajuste
Es cierto que el ajuste está resultando insoportable para gran parte de la sociedad. El alivio es muy tenue y avanza muy despacio. Pero este sector tan afectado no cuenta con una fuerza político en quien confiar que pueda incidir sobre la marcha del plan económico.
Lo más importante es que hay otro sector también muy grande de la sociedad para quien la posibilidad de terminar con la inflación justifica el actual sacrificio. Los encuestadores analizan cómo se reparte en porcentajes una y otra fracción, pero lo que está claro es que quienes priorizan la lucha anti-inflacionaria tienen la iniciativa, la fuerza. En tanto, quienes cuestionan el doloroso ajuste no son capaces de poner sobre la mesa programas alternativos claros, ni mucho menos formas concretas para lograr imponerlos. Poco importa si es 40%, por un lado, y 60%, por el otro, o 50 y 50%.
Desafíos
El problema político-social no constituye hoy un obstáculo para el Gobierno. Lo que realmente pone en peligro toda la estantería es el atraso cambiario y la escasez de reservas frente a la gran masa de vencimientos en el futuro próximo.
No son temas menores y la suma de ambos podría resultar explosiva. Pero no lo ve así el mercado, donde el riesgo país baja vertiginosamente, reflejando que los agentes económicos confían en que habrá solvencia. Ya el acceso al mercado financiero internacional está muy cerca si vemos los niveles del riesgo país. Con él, comienza a desvanecerse el peligro de estrangulamiento externo de corto plazo porque los vencimientos podrán ser refinanciados. Rolear la deuda, canje de bonos por otros de más largo plazo, inversiones directas, etc.: la situación financiera se va haciendo manejable.
En cuanto a los dólares genuinos del superávit comercial, Vaca Muerta, el litio y la minería en general son un formidable suplemento al sector agropecuario que el Gobierno recibió de herencia, pero lo está usufructuando ahora y se da el lujo de gastar a cuenta si lo necesita.
Por el lado de la demanda de divisas, el bajo nivel de actividad económica garantiza que no habrá grandes presiones. ¿El turismo? El cepo y los impuestos garantizan que no le consuman divisas al Banco Central. ¿Los mecanismos de apertura en marcha que impactan en la industria? Todavía no mueven la aguja.
Perspectivas
Pero todos saben que el broche de oro para el oficialismo es el triunfo de Donald Trump. Se discute mucho sobre los grados de apoyo que el presidente argentino obtiene en el mundo y los que se merece. Pero la Argentina pasó a ser el único país latinoamericano de peso dispuesto a alinearse totalmente con los Estados Unidos. En estos días de grave enfrentamiento geopolítico global, ¿puede un presidente estadounidense dejar que se hunda su principal aliado (prácticamente, el único de peso) en la región?
2025 se vislumbra como un año mejor que 2024, pero también muy duro. Sin embargo, la solvencia del Estado –el pago de la deuda, el equilibrio fiscal y el externo– no corren peligro. En ese contexto, se irán alineando el ritmo de inflación y el valor de los activos. El desafío del desarrollo a largo plazo es otro tema.
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