El escenario económico nacional e internacional sufrió en las últimas semanas un pronunciado cambio. La compleja situación global y la profunda crisis local tuvieron con la pandemia un brusco agravamiento y un cambio cualitativo en su naturaleza.
Argentina, que avanzaba penosamente hacia una reestructuración de su deuda externa, se enfrenta ahora a un escenario mucho más recesivo y fiscalmente mucho más comprometido, pero cuenta al menos con el “beneficio” de que no es el único país en problemas. Ello no la inhibe de la perspectiva de una fuerte caída de la actividad económica y fuertes tensiones inflacionarias, y posiblemente también problemas para un normal abastecimiento de las familias y la actividad productiva.
La grave situación internacional jugará en contra. Los problemas subyacentes se transformaron en una grave crisis internacional. Cabe esperar caída de actividad, quiebras, cierre de mercados y graves desequilibrios.
Los gobiernos de la Argentina y de todo el mundo están aplicando políticas activas enérgicas para enfrentar la crisis. Pero aún no se sabe en qué medida serán efectivas. Desde ya, lo prioritario ahora es frenar el avance de la pandemia y asegurar la salud pública en general en un momento tan difícil.