No es un lugar común decir que “nada será como antes”. Si algo tuvo de bueno el año pasado fue el poder demostrar que, ante una cuarentena preventiva decretada por la irrupción de la pandemia, el sistema de riesgos del trabajo estuvo a la altura de las necesidades y de las expectativas de sus 900 mil empleadores y 9,5 millones de trabajadores cubiertos. Así se consolidó como un claro aspiracional para quien aún no dispone de dicha cobertura.
Puesto en contexto, y sin temor a equivocarnos, 2020 fue un año bisagra en la historia reciente de la humanidad. Las rutinas se vieron forzadas a cambios drásticos y la vida laboral mutó de un día para el otro.
Respuestas
El sistema acompañó esta mutación con su evolución. A los servicios de atención y cobertura habituales se incluyó la cobertura integral del COVID-19 como enfermedad profesional no listada. La infraestructura informática preexistente y el compromiso de quienes conforman las ART hicieron posible una atención cercana y empática, justo cuando la incertidumbre arreciaba frente a una patología extraña y ajena. Ante una vorágine normativa que exigió rápidas adaptaciones, el sistema se reconfiguró velozmente para continuar brindando atención 24×7 bajo las nuevas condiciones, generando una revolución cuanti-cualitativa que, entre otras respuestas, incluyó:
– Más de 16,6 millones de actividades on line vinculadas con la prevención.
– Confección de recomendaciones en el armado de protocolos para distintos sectores de la actividad económica.
– Elaboración del protocolo de la actividad aseguradora junto con las demás cámaras del sector y de protocolos operativos de gestión interna de cada ART.
– Módulos de aislamiento en sanatorios y clínicas, a los que se sumaron la contratación de hoteles y de proveedores de prestaciones en especie, tanto médicas como de todo tipo, incluidos los traslados para pacientes con COVID-19.
– Red de prestadores, que se vio reforzada por nuevas especialidades: epidemiólogos, virólogos, infectólogos y capacitación y fortalecimiento de los agentes propios y externos.
– Provisión de kits de protección, tests PCR y seguimientos en domicilios.
– Mantenimiento activo de la cobertura habitual de los accidentes y enfermedades profesionales que no sean por COVID-19.
Coyuntura especial
Cabe destacar que, especialmente en el segundo semestre de 2020, entre afectados por la pandemia y casos tradicionales, se vio acrecentado el volumen de casos atendidos respecto de las magnitudes habituales en la prepandemia. Mostró inclusive que, entre agosto y octubre, el volumen de casos de COVID más que duplicó los casos de no COVID.
Más allá de las dificultades, en esta coyuntura tan especial, el involucramiento del Gobierno Nacional a través de la Superintendencia de Seguros de la Nación y de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo tuvo un rol de sostén y de articuladores, respectivamente, del sistema de riesgos del trabajo.
Prevenir 2020
A pesar de la irrupción de la pandemia, y particularmente del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) como desafío para sostener la prevención, las ART reformularon sus actividades preventivas. Además de las acciones antes detalladas y en lo que respecta a tareas en forma conjunta, la UART llevó a cabo por décimo año consecutivo el programa Prevenir 2020. Con la coordinación de la Fundación Iberoamericana de Seguridad y Salud Ocupacional (FISO) se realizaron:
– Cinco cursos virtuales para técnicos y profesionales sobre salud y seguridad.
– Diez seminarios virtuales sobre prevención de riesgos en la actividad agropecuaria.
– El 10º Congreso de Seguridad y Salud Ocupacional para empleadores sobre la nueva normalidad.
La virtualidad profundizó la federalización del programa con participantes de las 23 provincias y de la Ciudad de Buenos Aires. Un total de 6.948 personas fueron capacitadas durante el último año.
Desafíos y temas pendientes
Lejos de la complacencia por la labor cumplida, los desafíos no se agotan hasta tanto no contemos con una población inmunizada, una tarea a la cual el Gobierno se encuentra abocado. Más allá de este aspecto tan válido y deseable para cada uno de los argentinos, persisten los ya manifestados problemas de arrastre del sistema que se suman a las nuevas exigencias de una realidad nueva y compleja.
Resulta imprescindible la constitución de los cuerpos médicos forenses, una asignatura inexplicablemente pendiente desde hace cuatro años y destinada a evitar desvíos periciales y fraudes, toda vez que se produce un apartamiento del baremo en la estimación del daño y se conceden de modo inescrupuloso daños psicológicos por un esguince, solo por citar un ejemplo concreto y disparatado, pero frecuente.
Financiamiento
En cuanto al financiamiento, por un lado, la infratarifación crónica que sufre el sistema (una consecuencia también indeseada de la elevada litigiosidad) debe revisarse y atenderse para recomponer el financiamiento necesario para coberturas de no COVID. Por otro lado, la cobertura de COVID demandó muchos más recursos que los disponibles en el Fondo Fiduciario de Enfermedades Profesionales producto de la extensión de la cuarentena y de la población a la que se amplió la cobertura, por lo cual es necesario dotar de financiamiento para estos casos.
Por último, la importancia de lograr, junto a la estabilidad financiera, el normal calce entre activos y pasivos. Esto resulta indispensable para la actividad aseguradora.
El año 2020, a pesar de su extraordinariedad e indeseadas consecuencias, nos deja importantes mejoras implementadas y claridad en los objetivos a encarar. No es poco.
Es natural que persistan cuotas de incertidumbre para 2021. Las variables sanitarias combinadas con las económicas desafían al mundo entero y la Argentina no es la excepción. Pero el sistema de riesgos del trabajo renueva su compromiso y su confianza en la colaboración mutua con la certeza de que entre todos podremos superar los obstáculos.
Nota escrita por la UART (Unión de Aseguradoras de Riesgos del Trabajo).
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