El apoyo del FMI a través de un crédito de 50 mil millones de dólares despeja los temores de corrida en el mercado cambiario y financiero, pero está lejos de garantizar una marcha satisfactoria de la economía en el futuro próximo. El fuerte ajuste se traducirá en bajas tasas de crecimiento que las autoridades económicas estiman en 0,4 % anual de mínima y, como máximo, apenas 1,4% durante este año. Se renunció a definir un objetivo de inflación para 2018, planteándose una meta del 21 % para los próximos 12 meses.
La supresión de la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal y la mayor independencia que se piensa dar al Banco Central a través de la reforma de su Carta Orgánica implican que se mantendrá la dureza en el mercado financiero con alto costo del crédito, y la ausencia de participación del Banco Central en el mercado de cambios anticipa un dólar caro y posiblemente creciente.
El objetivo de frenar la bola de nieve de las LEBAC es auspicioso porque se reconoce su carácter perverso, pero hace falta que la coyuntura acompañe para que sea posible.
El programa está llamado a tener un alto costo social, lo que creará obstáculos a nivel político para su implementación. Está desacoplado del calendario electoral y contradice todos los compromisos asumidos por el gobierno frente a la sociedad en los últimos tiempos. Todo ello anticipa mayor conflictividad a nivel social y crea condiciones adversas para su aplicación.