A una economía mundial convulsionada, que no termina de recuperarse de la pandemia, debemos sumarle ahora el desconcierto que genera la guerra entre las potencias militares más agresivas del mundo, que están midiendo su poderío en suelo ucraniano. Este enfrentamiento, que afecta a todos, tiene como correlato la puja por la distribución geopolítica.
Una democracia tiene el derecho a autodeterminarse, a elegir su forma de vida y aliados. Pero las opciones se limitan cuando la historia definió a Ucrania como un país miembro de una unidad geopolítica oriental, cuando una porción de su ejército es neonazi y cuando su principal vecino es conducido por un dictador con un enorme arsenal nuclear. La masacre es inaceptable, pero Putin anticipó a Occidente que futuras fronteras con capacidades bélicas contra su país lo impulsaría a tomar las armas.
Diferencias
La guerra bélica: la diferencia entre ambos ejércitos es enorme. Si bien algunos analistas ponderan la sobresaliente resistencia ucraniana y atribuyeron torpezas y deficiente estrategia a las fuerzas soviéticas, finalmente Rusia doblegará a su vecino y escindirá territorios. La invasión no fue quirúrgica ni dirigida exclusivamente a objetivos militares. Es brutal y extermina vidas civiles e infraestructura.
La guerra política y mediática: gran parte del mundo empatiza con la causa ucraniana, condena la barbarie y recibe millones de refugiados que sin recursos escapan del horror. Son casi 5 millones de personas exiliadas en países vecinos y más de la mitad se alberga en suelo polaco. Rusia está siendo aislada del mundo y sus acciones comienzan a generar en su gente un peligroso frente interno para un Gobierno sitiado en el mundo y con su pueblo empobrecido por una guerra evitable.
La guerra en lo económico: Rusia cuenta con poderío nuclear, pero en lo económico es casi 20 veces más pequeña que Estados Unidos y China. Las sanciones económicas impuestas por Occidente ocasionan empobrecimiento en su población, inflación, desempleo, desabastecimiento y un importante costo por la invasión y la logística de ocupación.
Qué sucede en la industria
La guerra en el seguro y reaseguro: los grandes proveedores de capacidad del mundo occidental le retiraron su apoyo a Rusia. Estados Unidos y el mercado de Londres cesaron de darle cobertura. Aseguradores, reaseguradores y brokers partieron de su territorio. Ya existe un reacomodamiento de capacidades de seguro y reaseguro. La guerra restringe inversiones, complica aprovisionamientos, genera vedas aéreas y marítimas, ataques cibernéticos, etc., modificando consideraciones de riesgo, coberturas y precios.
El Lloyd’s cree que el conflicto en Ucrania será el reclamo más importante en 2022 y estima que superará los 35 billones de dólares. Hay más de 500 aviones occidentales varados que Rusia decidió nacionalizar. Esto puede constituir una pérdida histórica para el mercado de aviación, siendo Londres el más expuesto. La guerra también afectará a compañías de seguros a partir de la volatilidad del mercado financiero y las sanciones tendrán efectos directos sobre las entidades rusas. Varios reaseguradores se encuentran modificando textos y excluyendo coberturas, primordialmente las de ataques cibernéticos.
La situación local
La Argentina, tan aislada, pequeña y con insignificante cesión, no verá afectada su realidad en reaseguros en cuanto a otorgamiento y/o modificación de coberturas y precios. Eventualmente, en el reaseguro marítimo y aéreo verá alteraciones y también en la poco desarrollada cobertura de cyber. En lo económico deberá balancear entre el mayor ingreso por la exportación de alimentos y el aumento del precio por la importación de energía. El seguro y el reaseguro dependen del desarrollo económico.
Luego del esperable acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pese a las internas entre el oficialismo y la oposición, compramos tiempo sin efectuar ninguna reforma estructural, lo que aparejará más de lo mismo. El acuerdo de “agonías extendidas” solo permite no caer en default con las connotaciones que hubiese generado para los privados aislar aun más el país. El FMI aprobó el programa de 45 mil millones de dólares con la Argentina para el pago de la deuda, desembolsó 9.650 millones de dólares y permitió correr el pago de los dos próximos vencimientos para evitar el default.
La inflación y la devaluación superarán lo manifestado en un papel que ni propios ni el organismo creen que se cumplirá, lo mismo que el crecimiento será menor al establecido. Oficialismo y oposición decidieron no acordar políticas de Estado que modifiquen la pobreza. Recientemente, existieron situaciones de limitación de pagos de prima al exterior promovidas por la Administración Federal de Ingresos Públicos.
Las coberturas de reaseguro garantizan la solvencia de un mercado que en sus balances detenta papeles del Estado y cuyo valor de realización dista del que se obtendría ante la eventual necesidad de realización por el pago de siniestros de envergadura. No existe una compañía de seguros en la Argentina que pueda hacerse cargo de una fatalidad de ese tenor sin haber pagado el reaseguro que necesita.
Nota escrita por Guillermo Pastore, Chairman de Special Division Reinsurance Brokers
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