Con un aumento de la cotización del dólar del 50% en lo que va del año, acuerdo con el FMI, cambios en la cúpula del Banco Central y en el equipo económico, y un paquete de medidas financieras destinadas a parar la corrida, inicia su gestión en la conducción de la institución monetaria Luis Caputo, quien hasta ahora se desempeñaba como ministro de Finanzas.
El interrogante que se plantea es si, tal como aparece, el gobierno fue desbordado por la corrida cambiaria o “vino para eso”. Lo cierto es que el nuevo tipo de cambio “con el cual la industria se siente cómoda”, según señaló el nuevo ministro de la Producción Dante Sica, revelaría en principio que el ex presidente del Banco Central, Federico Stuzenegger, cometió un error garrafal al vender 12 mil millones de dólares de reservas a un precio sustancialmente inferior.
El nuevo tipo de cambio mejora efectivamente la competitividad de los exportadores del agro y de la industria y, como no se estableció ningún tipo de retención o paliativo, implica una formidable caída del salario real, en tanto la mayoría de los gremios pactaron un aumento salarial del 15% y las jubilaciones subieron el 11% en lo que va del año.
Se ataca el problema del sector externo en tanto el nuevo valor del dólar promueve las exportaciones y es relativamente alto como para inhibir importaciones, el gasto turístico e incluso las compras especulativas en el corto plazo. Sin embargo, desatará una fuerte inflación que sólo encontrará algún freno en la profunda recesión que se avecina. Quedan cortas las proyecciones que se manejaban hasta ahora del 30% de aumento de precios durante el año y de caída de la actividad económica, en tanto las tres cuartas partes del PBI dependen del mercado interno, que sufrirá una profunda depresión. Por otra parte, los correctivos en el sector externo son aún insuficientes para terminar con el déficit en la cuenta corriente del balance de pagos por la magnitud del endeudamiento y su carga de intereses. Además, la difícil situación que se presenta, dado el alto costo social de la devaluación, traerá aparejada incertidumbre política hacia el futuro, lo que hará que la fuga de capitales no se detenga.