La columna de Horacio Lachman.
La semana pasada, el Ministerio de Economía controló la crisis del mercado y pudo lograr una mejora en las expectativas. Lo hizo a pesar de la debacle bursátil global con la que habían arrancado el bien llamado “lunes negro”.
El gobierno aprovechó el cepo para detener la corrida bursátil que afectó a todas las bolsas del mundo. Las tensiones pudieron revertirse no espontáneamente en las grande plazas. Pero es obvio que la vulnerabilidad de los mercados en Argentina es mucho mayor y sin las fuertes regulaciones en el sector externo, preexistentes, la situación se hubiera complicado en estas costas.
Crisis controlada
No cabe duda que el mejor clima local está asociado a hechos políticos exógenos que se brindaron al gobierno y supo aprovechar.
El fraude y la represión en Venezuela y los escándalos en la oposicion hablan de peligros reales que se asocian a la principal fuerza opositora. Y ello contribuye a fortalecer el diagnóstico y la estrategia radical de la gestión Milei. De todas formas, las encuestas reflejan ya, a ocho meses de gestión, el desgaste y la pérdida de confianza que sufre el gobierno. Pero se trata de un retroceso leve en términos absolutos e insignificante si se tiene en cuenta la magnitud y los costos del ajuste en marcha.
Fragilidades
La situación macroeconómica sigue siendo muy frágil. El blanqueo, el superávit energético y grandes proyectos asociados al REGI permiten al oficialismo ganar tiempo y sostener la creencia de que, después del sacrificio, se llegará a la Tierra Prometida.
Pero todos recuerdan que el ancla cambiaría en un contexto de crítico nivel de endeudamiento (política que solo favorece en lo inmediato al movimiento de capitales) suele terminar mal. La tablita cambiaria de Martínez de Hoz y la convertibilidad de Cavallo no tuvieron un final feliz. Y los logros que tuvieron se pagaron con deuda insostenible que llevó al default. De allí que el cepo, más allá de las presiones, no “corre ningún peligro”.
El alto nivel de riesgo país, pese a la leve recuperación de los bonos y el mal resultado del balance cambiario hablan de la incertidumbre que sigue prevaleciendo en el empresariado.
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