Agresividad al volante: consejos de Luchemos por la Vida

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Días pasados, dos conductores protagonizaron una brutal pelea en el centro de Bariloche. Un auto remise Ford chocó desde atrás a un Fiat. Fue entonces cuando el remisero se bajó furioso de su auto a recriminarle al otro conductor por frenar bruscamente, momento en el que comenzó una acalorada discusión, ante la mirada de varios testigos, que registraron las imágenes.

El conductor del auto particular, al ver la conducta violenta del remisero, que agarró una madera para pegarle, intentó defenderse con su matafuegos y le descargó el contenido en el rostro, mientras recibía los golpes del primero. Así, hasta que llegó la policía y dio fin a esta escalada de violencia, que afortunadamente no produjo lesiones graves en los involucrados.

La agresividad al volante es moneda corriente en nuestro tránsito y puede devenir en daños graves para los involucrados, hasta la pérdida de alguna vida. Las causas de ella pueden ser diversas y saber reconocer a un conductor agresivo y cómo evitarlo es clave para evitar problemas.

Causas

El tránsito nos obliga a compartir el espacio de la vía pública y pone a prueba nuestra capacidad para convivir y tolerar frustraciones. Conducir es una acción compleja que exige mucho más de lo que parece. Involucra al conductor psicológica y físicamente. Requiere de concentración y un estado de alerta y atención permanentes y una rápida evaluación y respuesta ante imprevistos.

Un conductor, aunque no sufra trastornos de personalidad o esté drogado, si se encuentra estresado, apurado, enfrascado en sus problemas, pendiente de llamadas o distraído, no está en las mejores condiciones para conducir con seguridad. Las exigencias y limitaciones del tránsito lo pueden sobrepasar fácilmente, aumentando significativamente la tensión y el malestar interior que obstaculizarán la toma de decisiones correctas.

Conductores

Muchas veces nos quejamos de lo que hacen los demás al volante, pero tal vez no somos conscientes de nuestra agresividad como conductores. Sin embargo, la conducción agresiva es muy frecuente. Por ejemplo, los bocinazos para apurar el arranque ante un semáforo o el acoso de los pisacolas que parecen querer empujar al auto que va adelante para que le ceda el paso en la ruta. También el zigzagueante que, sin respetar la velocidad máxima o de flujo de circulación, casi les corta el paso de los que circulan tranquilos y los que le tiran el coche encima a los peatones impidiéndoles el paso allí donde tienen prioridad. Sin hablar de los gestos soeces o francos insultos que algunos conductores practican diariamente en su “cálida” convivencia en la vía pública, a la que muchos conductores se resignan y otros devuelven para no sentirse menos.

A veces, estas conductas derivan en choques o en francas peleas con uso de la fuerza física o las armas. Inclusive, personas habitualmente amistosas y pacíficas parecen transformarse al volante. La ansiedad no es buena consejera en la conducción. El tránsito es un sistema en el que, guste o no, interdependemos unos de otros, en un marco de circunstancias variables y limitantes. Hay conductores seguros y conscientes de ello y de los otros, que por diversas razones (personalidad, preocupaciones o malos hábitos adquiridos) conducen agresivamente, arriesgándose y poniendo en peligro a los demás en la vía pública.

Consejos

En una encuesta realizada por Luchemos por la Vida entre mujeres y varones que conducen de vehículos, el 53% reconoció que insultaba y/o gesticulaba a otro conductor que lo molestaba con sus maniobras. Uno de cada diez conductores varones, alguna vez, reconoció que se trenzó físicamente en una pelea por el tránsito.

Es muy importante mantener el autocontrol ante los conductores agresivos, evitar provocarlos o engancharse con sus provocaciones para evitar choques o situaciones de violencia con riesgo de vida.

Evitar provocar ya sea encerrando al sobrepasar, circulando más despacio por el carril izquierdo, pegándose atrás de un vehículo o haciendo gestos obscenos.

No engancharse. Un conductor enojado no puede pelear a menos que el otro se enganche. Usted puede protegerse de los conductores furiosos manteniendo el control.

No responder a una provocación. No provocar con la mirada. Si piensa que el otro conductor lo está siguiendo o intentando comenzar una pelea, pida ayuda, deteniéndose en un sitio con gente.

Poner distancia. Dele a los conductores enojados mucho espacio en el camino.

No tomarlo como algo personal. Mantenerse sereno y no tomar las acciones de los otros conductores como que son contra uno. Pensar que el otro puede tener algún problema serio, que lo motiva a esa acción.

No competir con los demás conductores. No es necesario demostrarle a nadie el valor o la razón.

Procurar mantener la calma y tener paciencia ante las condiciones adversas del tránsito.

Pensar que la salud y la seguridad están en juego.

 

Columna escrita por la licenciada María Cristina Isoba, de Luchemos por la Vida. Fuente e imagen: La Mañana de Neuquén. Para más información, los interesados pueden ingresar aquí.

 

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