El aumento de los precios en septiembre pasado del 6,5% es uno de los mayores incrementos mensuales desde la hiperinflación de 1989. Debe tenerse en cuenta que el 6,5% anualizado es equivalente al 112% anual. Ya se anticipa en octubre un incremento del 5%. Y, si todo sale bien, sería del 47% en el año.
Cabe destacar que el precio de los alimentos en lo que va del año (que tiende a equiparase con la devaluación porque los alimentos se exportan) subió apenas tres puntos más que el índice de inflación general, cuando la devaluación fue del orden del 100% sobre la inflación. Por otra parte, los precios mayoristas vienen a un ritmo muy superior a los precios al consumidor. Desde Estados Unidos, la Comisión de Valores y Bolsas (SEC, por sus siglas en inglés) sostuvo que en julio la Argentina estaba en hiperinflación y a un nivel superior al 100% anual (como marca la anualización del 6,5%).
El gobierno, al estabilizar el tipo de cambio (teniendo en cuenta que en hiperinflación la devaluación de la moneda se retroalimenta con la suba de los precios y se produce una fuga de la moneda nacional), parece haber frenado los mayores peligros.
Ello requirió un auxilio sin precedentes del FMI con un desembolso inmediato de 15 mil millones de dólares. Eso no alcanzó y fue necesario anunciar un durísimo programa monetario y fiscal que provocará, como ya es reconocido, recesión este año y el próximo; una tasa de interés que para el crédito al sector privado supera el 100% anual; y un aún más irresponsable endeudamiento externo que llevaba al país a una situación de insolvencia irremediable de no mediar el programa de salvataje del FMI y que todavía siembra deudas.
Cabe señalar también que la inflación fue semejante en todo el país con regiones como la Patagonia y el noreste que la superaron. Incluso, los precios regulados (básicamente los que surgen de la política tarifaria) tuvieron un incremento semejante en la región metropolitana que en el interior, lo que indica que la brecha entre ambos no fue cerrada.
