A dos semanas de la asunción del nuevo equipo económico y ya anunciados los grandes lineamientos de su política, el comportamiento de los mercados -financieros y también de bienes – refleja una generalizada desconfianza de los agentes económicos. No sólo se trata de los operadores financieros, también del circuito comercial y el sector productivo. Las cifras hasta mayo mostraban una tendencia ascendente de la actividad económica (incluso de la utilización de la capacidad instalada de las empresas), aun cuando el problema de desabastecimiento de gasoil está básicamente superado y el mensaje de la nueva ministra mostró pautas fiscales mucho más rígidas que las del ministro saliente.
Coyuntura
La caída de la cotización del peso y el aumento del riesgo país a niveles impresionantes hablan de una economía que no está funcionando porque son negativas las percepciones de quienes tienen que tomar las decisiones.
La macroeconomía y las políticas económicas en marcha no muestran un deterioro tan pronunciado. Está vigente el acuerdo imprescindible con el FMI del que se dudaba durante todo el año pasado. Se tiene un diálogo con la institución, lo que permite prever flexibilidad en las pautas económicas concertadas frente a los previsibles incumplimientos. Se cuenta con altos precios para nuestras exportaciones. Y también con perspectivas ahora ya ciertas de que las pesadas importaciones de combustibles podrán ser satisfechas a mediano plazo, con nuevas inversiones que finalmente están en vías de ejecución. En ese contexto, será posible recuperar el superávit de la cuenta corriente del balance de pagos y del balance cambiario en un tiempo razonable con la tregua, por lo menos de varios años, de importantes vencimientos de la deuda externa que ya está concertada.
Las últimas cifras confirman que la economía está creciendo. La utilización de la capacidad instalada de la industria y la temporada turísticas para estas vacaciones de invierno muestran niveles importantes.
Gobierno
No parece creíble que estemos frente a “un golpe de mercado”. Es muy oneroso mantener los precios de los activos financieros y los comportamientos conspirativos durante tanto tiempo. Tampoco hay a la vista una salida institucional que muestre una mejora significativa en el escenario. Y es absurdo pensar en que haya fuerzas capaces de imponer cambios por la violencia.
El descreimiento tiene una sola explicación. En pocas semanas se pasó de la huida de un ministro que gozaba de todo el apoyo presidencial a una crisis en el poder que hizo pensar que la pata más débil de la alianza gobernante (el massismo) iba a hacerse cargo de la situación.
Pero esta alternativa se esfumó y se impuso una tercera variante, en principio con el acuerdo de las tres patas del Frente de Todos, aunque para la mayoría representó una solución muy cercana a la del kirchnerismo. Sin embargo, sus anuncios poco tienen que ver con los planteos estratégicos con los que este sector criticaba y que provocaron la renuncia de Martín Guzmán. Ya los sectores más radicales del kirchnerismo anunciaron su repudio absoluto a la política económica anunciada. El silencio de Cristina Fernández de Kirchner -quien aclaró que no lo haría ahora, pero que de hecho admitió estar en condiciones de “revolear un ministro”- crea más inquietud.
Expectativa
Tras la sucesión de crisis, quiebras de la seguridad jurídicas y defaults en la historia reciente de nuestro país, las expectativas no pueden dejar de ser esenciales.
Son determinantes dos variables económicas que se consideran insoslayables en todas las teorías. La demanda de la moneda de curso legal, que necesita un mínimo de certidumbre para sostenerse, y las estimaciones empresarias sobre el costo de reposición, que son imprescindibles para producir y comerciar. Sin claridad sobre estos aspectos, la cobertura en divisas y la inversión masiva de las empresas en sus propios stocks son ineludibles.
Todos saben que crisis como las actuales requieren para su solución de un gobierno sólido, creíble y confiable. Sin solución a la crisis política, las perspectivas de la economía continuarán siendo inciertas. Esperemos que este escenario no se prolongue en el tiempo. También que la desorganización de los mercados sea moderada por decisiones empresarias prudentes. De lo contrario, estamos expuestos a una recesión prolongada y quizás profunda.
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