¿La solución pasa por atontar a los argentinos?

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La embestida del ala kirchnerista de la alianza gobernante tuvo éxito. Si el reemplazo de Matías Kulfas por Daniel Scioli fue una concesión del presidente de bajo costo, el boicot en el seno del gobierno a la aplicación de la política tarifaria y el duro cuestionamiento a la estrategia económica global en marcha, luego de enfrentar el acuerdo con el FMI, hicieron que el ministro de Economía Martín Guzmán sintiera que su continuidad era inviable. No tiene ninguna lógica afirmar que “abandonó el barco en el momento más difícil”, como dicen algunos. El grado de fragmentación política y la debilidad del Poder Ejecutivo para sostener las políticas económicas hacían imposible avanzar hacia los objetivos.

Inflación

Aun quienes, más aferrados a la ortodoxia, afirman que la inflación es un fenómeno estrictamente monetario, se contradicen admitiendo que la fortaleza política del gobierno es un factor imprescindible para poder derrotarla. La decisión de Guzmán de hacer un paso al costado para tratar de facilitar que se alcance la unidad de mando resulta muy positiva.

Mientras el exministro subía su renuncia a la web, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner afirmaba que la emisión y el déficit fiscal no son causas de la inflación. Ni siquiera se dignó a decir que no eran la causa más importante de la inflación, lo que en la Argentina de hoy es un grave error, pero puede discutirse. Directamente dijo que no era causa de la inflación, lo que francamente es ridículo. Y para colmo sostuvo que la principal responsabilidad es de la “economía bimonetaria”.

La vicepresidenta argumentó que en Brasil hubo más default que en Argentina e, igualmente, la gente sigue usando al real como moneda. En Brasil no parece haberse dispuesto un “desagio” de todos los contratos como hizo Alfonsín, un Plan Bonex que transformó los depósitos a 30 días en un bono a diez años y no hubo corralitos ni corralones durante largos meses. La proyección de la crisis argentina de 2001/2002 en Brasil fue perfectamente manejada con el apoyo del FMI. Y si pasaron cosas parecidas y los brasileños siguen confiando en la moneda local, debe admitirse que el coeficiente intelectual en el país hermano es muy bajo.

Con 400 mil millones de reservas, tasas positivas de interés y largas décadas ya de cumplimiento de sus obligaciones, Brasil demuestra ser un país que cuida sus finanzas y respalda su moneda. Las políticas sociales en Brasil son más que discutibles, pero de Lula a Bolsonaro algunos principios se respetaron siempre.

Moneda

En definitiva, lo que Fernández de Kirchner quiere decir cuando afirma que la economía bimonetaria es el mayor problema económico de la Argentina es que los políticos deben discutir como estupidizar a los argentinos para que acepten, sin discutir, la moneda emitida por un Estado que no está dispuesto a administrar sus finanzas, a constituir adecuadas reservas, a pagar sus deudas, a mantener la seguridad jurídica.

En medio de una crisis de confianza como la actual, que se desató con la crisis de 2018 y se prolongó con la pandemia y la guerra, considerar que no tiene ninguna importancia la disciplina fiscal es tirar combustible al fuego. Es provocar el pánico del más cándido de los argentinos.

La nueva ministra de Economía Silvina Batakis ingresa a la conducción económica con la pesada carga de quienes están dispuestos a barrer con todos los esfuerzos que permitieron en los últimos años, pese a todos los factores adversos, un crecimiento significativo de la producción y el empleo.

¿Estará a la altura de las circunstancias?

 

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