Cómo alcanzar el equilibrio externo

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Horacio Lachman, director gerente de Todo Riesgo.

La ratificación, por parte del staff del FMI y de los países de mayor peso en su gobierno, de los tradicionales programas ortodoxos que impone la institución frenó la posibilidad de un acuerdo sobre la reprogramación del acuerdo crediticito con el organismo de mediados de 2018, inconducente e imposible de cumplir, por otro de facilidades ampliadas. En ese contexto, resultan muy negativas las voces que se alzan a favor de un rápido acuerdo con el FMI a cualquier costo, porque el nuevo plan puede resultar contraproducente. No hace falta ir muy lejos para comprobarlo. Así ocurrió con el acuerdo de 2018.

Recuperación

Las últimas cifras sobre la evolución de la actividad económica confirman la tendencia creciente de la actividad y los pronósticos de un crecimiento del orden del 10% durante este año. Sería entre dos y tres veces superior al que proyectaban la mayor parte de las consultoras a comienzos de 2021. También el gobierno subestimó el crecimiento ya que lo proyectaba en 5,5%. Pero esta meta fue formulada varios meses antes y, de todas formas, superaba las proyecciones privadas. Es obvia la importancia del crecimiento porque este no solo es el requisito imprescindible para mejorar el bienestar de la población, sino que implica más recaudación, necesaria para equilibrar las cuentas públicas.

El incremento acumulado en los diez primeros meses del 2021 supera 10,4% al observado durante el mismo período de 2020. Aunque aún no se contaba con las cifras de noviembre y diciembre, es previsible que sostenga este alto nivel de expansión. La cosecha voluminosa de trigo, que se concreta principalmente en estos meses, superó a la del año pasado. También lo hizo el movimiento turístico y comercial, así como la producción de electricidad.

Más indicadores

La producción industrial, siempre según las cifras del INDEC, alcanzó en octubre no ya el nivel prepandemia, sino que se ubicó en niveles del primer semestre de 2018, antes que la crisis financiera derrumbara la actividad productiva. También la actividad de la construcción supera los niveles de 2019 y 2018. Ambos sectores generaron empleo privado.

Más allá de los zigzagueos, este crecimiento a lo largo del año deja varios puntos de arrastre estadístico para 2022. Y no debe subestimarse la importancia del arrastre estadístico. Implica que, aun sin crecimiento adicional a partir de diciembre pasado, el nivel de vida de la población y la recaudación fiscal del año mantendrán un nivel significativamente superior al promedio de 2021.

Opciones

Igual que el resto de los acreedores, al FMI no le preocupa mayormente el crecimiento económico. Aspira a generar un excedente fiscal que permita el pago de la deuda por la vía más sencilla, incluso cuando sabe que este camino conduce a la necesidad de un ajuste creciente por la espiral negativa que genera la baja de la actividad sobre la recaudación.

Se discute entonces que sostener una política de crecimiento significativo durante 2022 puede afectar el resultado del sector externo. Esto debido a que por la desarticulación industrial que caracteriza la economía argentina, el crecimiento industrial genera cada vez más necesidad de exportaciones.

Sin embargo, lograr el superávit externo vía la caída de importaciones producto de la recesión no es el único camino. Durante 2021, para no ir más lejos, se logró una fuerte recuperación de la economía con un superávit comercial históricamente elevado. Si se implementan políticas que ataquen los problemas estructurales que enfrenta el desarrollo argentino, promoviendo la sustitución de importaciones y la diversificación de exportaciones, es posible alcanzar simultáneamente un resultado positivo del sector externo y un aumento de la producción y el empleo.

Enfoques

Por eso es necesario negociar duramente con el FMI un programa económico socialmente viable. El ajuste recesivo, como plantean la institución financiera internacional y amplios sectores del pensamiento neoliberal, sería entonces compensado por el impacto milagroso de la “confianza”. Este enfoque fracasó reiteradamente. La recuperación de la “confianza” con las reglas ortodoxas (liberalizando absolutamente el mercado cambiario y sin regulaciones sobre el comercio exterior) llevó a crisis externas, bancarias y defaults, como fueron las políticas de Martínez de Hoz, Cavallo y el macrismo.

Es necesario encarar el enfoque heterodoxo, pero aplicarlo sin caer en el populismo que tantas veces desacreditó estas estrategias, como ocurrió tras la superación de la crisis de 2001. Entonces, se subestimó la irrupción de presiones inflacionarias y cambiarias, sin atacarlas a tiempo.

 

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