La columna de Horacio Lachman
La difícil situación económica, signada por un profundo desequilibrio fiscal y del sector externo, se vio sensiblemente deteriorada por tres hechos inesperados y brutales, acontecidos a partir de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).
Factores
En primer lugar, la devaluación del 14 de agosto, sin un plan económico que la acompañara. Su único efecto fue elevar significativamente el ritmo de inflación, empeorando los precios relativos. A ello le sucedió una cascada gigantesca de “beneficios” a todos los sectores de la población, llevada adelante por el gobierno y sustentada en gasto público, sin ninguna financiación efectiva.
Las medidas incumplen lo acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya que la Argentina se había comprometido días antes con el organismo a ajustar el gasto. Pero lo más grave es que estás medidas, además de acentuar la incertidumbre financiera, implican una emisión monetaria inmediata y a futuro llamada a acentuar todos los desequilibrios macroeconómicos.
Por último, sobre ese escenario inflamable, el candidato con mayores posibilidades de alcanzar la Presidencia de la Nación en pocos meses manifestó satisfacción por la corrida cambiaría que se desató porque “facilitaría” sus planes de dolarización y, a renglón seguido, subrayó que la moneda argentina debe ser despreciada y que no tiene sentido renovar los plazos fijos, promoviendo, obviamente, una corrida bancaria. Quizás, pareciera no tener en cuenta, o no importarle, los efectos. Los depósitos bancarios absorben una gigantesca expansión monetaria que supera varias veces la masa monetaria de pesos y, lo que es más grave aún, están volcados también en créditos a las empresa, irrecuperables en el corto plazo, lo que llevaría a la quiebra a todo el sistema bancario. Está quiebra implicaría necesariamente que las empresas se queden sin recursos para funcionar y pagar los sueldos.
Resiliencia
Sin embargo, pese a los desastres llevados adelante por el FMI, el gobierno y la oposición, la sociedad muestra resiliencia. Los bancos no quedaron absolutamente ilíquidos, la suba del dólar encontró un techo (muy alto, pero techo al fin) y gran parte de los fondos salidos de los bancos fueron a bonos de la deuda pública y acciones, lo que implica una apuesta al futuro. Obviamente que para que la situación pueda mantenerse bajo control ahora, exige un mínimo de sensatez de los sectores políticos involucrados porque, sin duda, los meses que quedan hasta el traspaso del poder al nuevo gobierno son dramáticos.
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