La columna de Horacio Lachman.
La difusión durante la semana pasada del Relevamiento de Expectativas del Mercado, que realiza mensualmente el Banco Central (BCRA), permitió conocer qué esperan sobre la marcha de la economía en el futuro próximo los profesionales y equipos técnicos que asesoran a los principales empresarios e inversores del país.
Demora
Como síntesis, puede sacarse una conclusión optimista y otra que preocupa. La primera es que la mayoría de los 42 analistas consultados -que reúne a los más conocidos e influyentes del país- esperan una senda favorable para la economía, convergente con los objetivos fijados desde el Gobierno. En cambio, crea interrogantes y estiman que esa convergencia sería muy gradual, más lenta que la esperada por la conducción económica. La demora, obviamente, puede atentar contra la sustentabilidad política de la estrategia en marcha. Esa variable, obviamente, no está sujeta a consideración por los economistas consultados.
Puede advertirse que esa es la visión que parece prevalecer en el Fondo Monetario Internacional, el gran auditor y financiador de nuestro país, que aprueba con entusiasmo los grandes lineamientos del programa, pero reclama atención a sus costos y a la necesidad de contar con apoyo social para garantizar su éxito.
No cabe duda de que entre los consultados hay quienes descreen de la actual filosofía y, junto a empresarios y sectores que hoy se sienten afectados por problemas acuciantes, entienden que hay urgencias que no se están enfrentando y que de no resolverse pueden agravar la coyuntura. Pero esas opiniones quedan diluidas en el promedio y en la mediana (el número que divide a la muestra en dos mitades iguales). No parece pesar tampoco un descarrilamiento en la opinión de los llamados Top 10, que fueron los que hasta ahora más acertaron históricamente en sus estimaciones y, por eso, hay mayor probabilidad de que sigan haciéndolo.
Inflación
En primer lugar, corresponde analizar la inflación, clave para toda la política económica, porque le da viabilidad a su principal eje: que la devaluación no supere el 2% y vaya reduciéndose gradualmente.
En este sentido, la principal conclusión del relevamiento es que el Indice de Precios al Consumidor se ubicará y se mantendrá en septiembre y en el futuro próximo por debajo del 4% y con tendencia descendente, pero ese descenso sería muy lento, de forma que, de acá a un año, el promedio de aumento de los precios apenas bajaría del 3%. El promedio de analistas espera un 3,6% para el próximo índice de precios que se conocerá el 10 de octubre, un 3,4% en octubre, un 3,5% en noviembre, un 3,7% en diciembre, un 3,6% en enero de 2025, un 3,5% en febrero y con una proyección de descenso a partir de allí. El dólar oficial mantendría para los economistas la pauta actual de 2% mensual, o sea que seguirá jugando como ancla para contener las presiones inflacionarias.
Economía
En cuanto a la actividad económica, caería un 3,8% este año y subiría un 3,4% en 2025 y un 2,9% en 2026. Estos porcentajes llevan a una baja de 0,6% en dos años y una suba de 2,3% si se incluye 2026, lo que implica una disminución significativa del producto per cápita entre 2023 y 2026. O sea que entre estos años se produciría un aumento de la pobreza a menos que se concrete una profunda redistribución positiva del ingreso. El desempleo se ubicaría entre 7,7% y 8%, niveles levemente superiores al actual, lo que podría implicar una mejora en el empleo privado ya que se espera una política de fuerte reducción de la planta de personal del sector público.
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