La columna de Horacio Lachman.
En el marco de una euforia financiera que a todos luces es mucho más que una simple burbuja, el significativo aumento del 3,9% del PBI del tercer trimestre del año respecto del segundo requiere una interpretación rigurosa porque cabe poner en duda que aún se den las condiciones para hablar de un nuevo y sostenido ciclo de crecimiento económico. Los indicadores parciales que se fueron conociendo desde finales del segundo trimestre anticiparon una reacción favorable, pero también se advierten variables que muestran un comportamiento preocupante.
Tendencias
Desde ya, sí muestra solidez la tendencia a la fuerte declinación de la inflación, la recuperación de las cuentas públicas con reducción del gasto y el control de la emisión. Ello por sí solo le pone un piso a la crisis y mejora significativamente las expectativas. Pero el crecimiento, y especialmente el desarrollo, es otro tema.
Todos los analistas, aún los más entusiastas, advierten una gran heterogeneidad en la reacción positiva. Precisamente, en estos días, el adelanto de vacaciones y la paralización de Acindar por caída de la demanda son elocuentes.
En principio, debe seguir destacándose que la mejora sigue asociada a la recuperación de la cosecha y la agroindustria frente a la dramática sequía del año pasado y al avance de la producción minera y petrolera que ya era marcada desde 2023. En cambio, las ramas de la actividad de mayor peso y mayor generación de empleo no dan signos de una salida del proceso recesivo.
Ello abre interrogantes sobre la evolución del empleo y de la pobreza en el futuro cercano, a pesar del crítico escenario en el que se desenvuelve la economía argentina, especialmente desde el cuarto trimestre de 2023.
Crecimientos
Como se señaló, el PBI trimestral muestra un aumento del 3,9%, pero aun el interanual mantiene una caída del 2,1%. Si vemos la curva de evolución trimestral, advertimos que el nivel del trimestre pasado, a precios constantes, es semejante al de comienzos del 2021, saliendo de la pandemia, lo que implica una caída per cápita superior al 3%.
Si vemos la evolución interanual por sector de producción, observamos que entre las franjas importantes de actividad crecieron el agro un 13,2%; hoteles y restaurantes, un 9%; minería y petróleo, un 6,6%; y electricidad, gas y agua, un 0,4 %. En cambio, retrocedió la construcción un 14,9%; comercio mayorista y minorista, un 6,1%; industria 5,9%; y también pesca, intermediación financiera y actividad inmobiliaria. Ya se analizó que la caída de la industria sería mucho mayor si no se tuviera en cuenta la molienda de granos y la refinación de petróleo.
Balance
Desde el punto de la demanda global, hubo un aumento de la inversión del 12%, luego de una caída en los tres trimestres anteriores del 30% y del consumo del 4,6% luego de una caída en los tres trimestres anteriores de 8%. El rebote de la inversión en el tercer trimestre no impidió que se ubicara a un 16,8% de la registrada en el mismo período del año pasado. Los números de octubre en la mayor parte de la actividad no son favorables, lo que indicaría un mal arranque para el cuarto trimestre.
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