Un análisis atento del estimador mensual de la actividad económica que elabora el INDEC permite una interpretación diferente a la que se hace vulgarmente respecto a la evolución de la actividad económica durante el 2022.
Evolución de la actividad económica 2022
En primer lugar se puede advertir que el crecimiento entre diciembre de 2022 y diciembre de 2021 fue del 5,2%. Desde ya, se trata de un crecimiento significativo.
El crecimiento del PBI promedio anual fue, según el gobierno, consultoras y organismos internacionales, del orden del 5%. Debe tenerse siempre en cuenta que ya en 2021, con una expansión superior al 10%, se recuperó íntegramente lo perdido en el 2020. Por ello, el crecimiento de 2022 de ninguna manera es “rebote” de la pandemia. En todo caso es un rebote que nos lleva casi hasta el 2017, pasando por encima no sólo de la pandemia sino también de la crisis de 2018. Todo indicaría que en 2023 también se crecerá, débilmente, pero posiblemente el PBI se termine de consolidar en el nivel más alto de la década.
Sin embargo hace 5 meses que el PBI viene declinando mes a mes y y en los meses anteriores había registrado un crecimiento pequeño. El crecimiento de este año fue por lo que se llama “efecto de arrastre”. Pero en realidad sólo en diciembre pasado el PBI de 2023 fue levemente inferior al de 2022. De todas formas, la caída interanual en diciembre fue de sólo 1,2%.
El resto del año el PBI fue mayor al del mismo mes de 2022. O sea: durante 11 meses de 2023 los argentinos disfrutamos de un PBI superior al de 2022. El efecto de arrastre aportó 3 o 4 puntos del crecimiento del 5% alcanzado. Pero también pudo haberse producido una recesión que se comiera el efecto de arrastre y ésta no se produjo. Se creció algo por encima aun del efecto de arrastre.
Crecimiento sector por sector
Sector agropecuario
Veamos, sector por sector, dónde cayó el PBI. El sector que más impulsó la caída del PBI en el segundo semestre del año fue, por lejos, el agropecuario. Desde septiembre pasado el PBI agropecuario interanual es muy inferior al de 2022. En diciembre en particular fue ¡¡¡un 18% inferior!!!
La razón es obviamente la terrible sequía. Se trata obviamente de una catástrofe natural frente a la cual todos deberíamos reaccionar solicitando ayuda del exterior. Todo indica que el FMI lo comprende y al cierre de esta columna ya estaba avanzada la negociación con el organismo financiero internacional para la reducción de las metas del ajuste pautado para este año.
Desde ya que parece éticamente muy cuestionable que los críticos a la política económica encuadren las consecuencias de la sequía y la guerra como un problema de la actual política económica y lo usen como argumento central de que la situación se hará “insostenible” o “explosiva”. En esta coyuntura, todos deberían sumar esfuerzos para conseguir ayuda, como se hace frente al terremoto de Turquía.
Otros sectores
Si se analizan los demás sectores se advierte que pesca, explotación de minas y canteras, electricidad gas y agua, hoteles y restaurantes, transporte y comunicaciones y actividades inmobiliarias terminaron el año mejor de lo que terminaron en 2021. En cambio la industria, construcción, comercio e intermediación financiera mostraron leves descensos interanuales en diciembre. Pero debe considerarse que en todos estos sectores, salvo intermediación financiera, los niveles de producción alcanzados son sensiblemente mayores de los de 2019.
O sea que pese a la ausencia de crédito externo e interno, la pandemia y la guerra, durante los últimos tres años la actividad económica funcionó mejor que en la período anterior.
¿Es buena la situación económica? Indudablemente no. Pero el desafío es cómo enfrentar los profundos desequilibrios sin afectar un crecimiento real que, de ninguna manera, llegó a derramarse en la sociedad.
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