El impacto de la segunda ola sobre la economía

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Lamentablemente, los números de contagios y fallecidos por el COVID-19 en esta segunda ola que sufrimos confirmaron los pronósticos pesimistas. Así, el gobierno decidió profundizar cierres sobre la actividad económica que habían sido reducidos. Afortunadamente, la experiencia de la primera ola y la caída de la actividad productiva que produjo (con sus costos sociales y también sanitarios) llevaron a darle importancia al sostenimiento de la economía.

Expectativas

Ello permite estimar que continuará el crecimiento de la industria, sobre todo en la comparación interanual que se realice con las cifras del cierre total del segundo trimestre del año pasado. También la construcción y el comercio muestran menores restricciones que en la primera ola, pero la recuperación será más lenta. En el caso de restaurantes, aún con los límites horarios a su funcionamiento establecidos en la segunda quincena de abril, tendrán mayor actividad que en el mismo período de 2020.

Pero juega en contra el hecho de que la recesión vivida en los últimos años obligó a retirarse del mercado a muchos empresarios y que disminuyeron los ahorros de la familias con los que se podía sostener, al menos parcialmente, el consumo.

Restricción fiscal

Más pronunciado todavía será el efecto que tendrán las restricciones fiscales que inevitablemente se harán sentir. La teoría económica es clara en cuanto a que financiar la demanda con emisión puede ser efectiva durante un momento, pero ya cuando la inflación escala la emisión se transforma rápidamente en inflación y presión sobre el dólar, sin impacto sobre la capacidad de consumo. Los subsidios a las empresas y los trabajadores serán menores a los del año pasado.

Además, no puede ignorarse ante la importancia que tiene para la marcha de la economía y la formación de expectativas la firma de un acuerdo con el FMI, los resultados fiscales negativos deben seguir corrigiéndose y ello obliga a reducir el gasto público.

De esa forma, es posible que las metas de crecimiento que el ministro Guzmán elevó al 7% vuelvan a retrotraerse al 5% del PBI. Para continuar esbozando las proyecciones económicas, está claro que la inflación desbordará significativamente las estimaciones del presupuesto. El sector externo (con todos sus desequilibrios) muestra mejor evolución que en 2020, gracias al fuerte aumento de los precios de exportación. Pero si se demoran las negociaciones con el FMI se vivirá una situación asfixiante.

Los prodigios que pudieran hacerse desde el Palacio de Hacienda en 2020 lograrían evitar que 2021 sea nuevamente un año negro. Pero es muy difícil que no sea un gris.

 

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