Nota escrita por Guillermo Pastore, CEO de Special Division Reinsurance Brokers.
A partir de un resultado no pronosticado de las PASO, con una economía transitando dificultades de inflación, recesión, desempleo y pobreza, se desmoronan todos los indicadores liderados por una importante devaluación, aumento del riesgo país y vertiginosa caída de bonos, títulos públicos y acciones a causa de la alta incertidumbre que manifiestan los mercados. Es un fenómeno eminentemente político, en el que la sobrerreacción del público en general y de ciertos operadores en particular dimensiona exageradamente las expectativas, empujando la divisa extranjera a niveles elevados y llevando la inflación a porcentajes no esperados.
El Gobierno queda en shock por una diferencia electoral muy superior a la esperada y luego de 48 horas comienza a tomar medidas que distan enormemente de la filosofía que profesaba. Con un cambio de ministro, se “reperfila” la deuda en pesos, provocando, de hecho, un default selectivo. Asimismo, se elimina el IVA a productos esenciales de la canasta de consumo, se congelan las tarifas de los combustibles hasta fin de año, se obliga a los exportadores a liquidar divisas en períodos perentorios, se incrementa el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, se limita la compra de divisas a 10 mil dólares por mes, se declara la emergencia alimentaria, entre otras medidas que antes de las PASO eran impensables.
Con respecto a seguros, el Poder Ejecutivo al generar un poco entendible default en pesos para Lecaps, Letes, Lecer y Lelinks permite a las aseguradoras rescatar un 15% al vencimiento, el 25% a los tres meses y el resto a los seis meses, produciendo en la coyuntura limitaciones en la liquidez y en el mediano plazo excepcionalidades en la valuación de las inversiones y en el cálculo del IBNR.
La errónea política monetaria y la falta de medidas estructurales –como las reformas laborales, previsionales e impositivas–, un manejo no segmentado adecuadamente del aumento tarifario, una redistribución de ingresos exacerbada hacia sectores menos dinámicos y generadores de empleo y la falta de reducción del gasto público corriente, entre otros desaciertos, provocaron una muy delicada y esperada situación, pero no en los tiempos en que se produjo. La relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se enrarece. El organismo empieza a conversar con el virtual presidente y evalúa efectuar el tan esperado desembolso en tiempos más laxos que los previstos, generando mayor incertidumbre.
El seguro y el reaseguro no están ajenos a la economía y padecerán una reducción real de la producción. Observaremos infraseguro de ciertos bienes y balances de compañías de seguros que muestren inversiones que no necesariamente sean realizables a valor de mercado. Básicamente, acudir a la cosmética dado que el reconocimiento de la realidad produciría fuertes inconsistencias en los estados contables. Pareciera que por ahora no estarían comprometidos los pagos de las garantías de los programas de reaseguro. Pero si bien no existe una norma que restrinja, la realidad del stock de divisas que se halle disponible será el que defina. Por la abultada devaluación, las estructuras contractuales expresadas en dólares deberán reanalizar capacidades, prioridades, deducibles y cláusulas para que reflejen la realidad de lo que se pretende proteger. Las estimaciones de prima en moneda dura deberían ser revisadas, lo mismo que los límites que pueden ser innecesarios.
El candidato que gane no tendrá un amplio margen de maniobra. Se deberán afrontar facilidades extendidas con el FMI para no llegar al default. No existe posibilidad de una inflación normal próximamente, aun congelando casi todo, porque sobrevendría en desabastecimiento y mercado negro; tampoco un incremento del PBI que satisfaga. La reducción de la pobreza a niveles estructurales del 25% no es una meta posible en el corto plazo, siendo una realidad inverosímil arrastrada por décadas. Según sea quien gobierne, la redistribución de ciertos sectores a otros será algo diferente; quizás, en un caso, finanzas, energía y logística deban ceder en cierta escala parte de sus beneficios a otros sectores de la producción. Si bien no se revelaron los futuros planes económicos, conocemos a los operadores. Macri no podría actuar de la misma forma en un segundo período: los mercados y los votantes ya lo obligaron a una heterodoxia de coyuntura. A Fernández lo conocemos como un destacado superintendente de Seguros que lideró la desregulación del reaseguro, el seguro y bajo su vigilancia se crearon las AFJP y la Ley de Riesgos del Trabajo. Si triunfa su impronta a los embates de la propia interna, el país se perfilaría a un pragmatismo racional.
El seguro y el reaseguro, no ajenos al padecimiento de la economía, transitarán un 2020 complicado, debiendo redefinir estructuras, condiciones y exclusiones. La torta de reaseguros se achicará y se deberá ir por una porción mayor estando más cerca del cliente y ofreciendo especialización profesionalizada, alta tecnología en los procesos y productos que protejan mejor y permitan vender más. También se deberá incorporar la digitalización en la cultura organizacional y operar en otros países para morigerar los efectos de las economías, compensando unas con otras en gastos e ingresos.