La columna de Horacio Lachman.
La mejora de algunos puntos de los indicadores económicos en el segundo trimestre del año está muy lejos de compensar la caída de décadas en el primer semestre visto en su conjunto. Para algunos, hay un inicio de la recuperación que se irá acelerando. Para muchos, es un falso “rebote” que no debe llamar la atención.
Jubilaciones y salarios
Veamos: con la inflación de diciembre, enero, febrero y parte de marzo, hasta que los jubilados cobraron a mediados de este mes con el ajuste trimestral, las jubilaciones sufrieron una caída inédita del orden del 40%. Fue un verano de terror.
Con el ajuste trimestral de marzo más el ajuste levemente superior a la inflación en los meses siguientes más el 12,5% de empalme, redujeron la pérdida a la mitad de lo que llegó a alcanzar en el peor momento. Pero, aún si la inflación sigue bajando, con las actuales reglas de juego ya no hay posibilidad matemática de que vuelvan a los niveles de septiembre o diciembre del año pasado. Y si la inflación sube, la pérdida vuelve a crecer por encima del 20%.
La misma evolución siguieron los salarios golpeados por el shock inflacionario del primer trimestre, seguido de ajustes parciales en los meses sucesivos, lejos en su gran mayoría de recuperar lo perdido.
Contracción
Con esta caída, sumada al aumento de precio desproporcionado en algunos sectores productivos cartelizados -la concentración económica, especialmente en las vitales industrias alimenticias y farmacéuticas, es notoria-, el derrumbe del mercado interno no puede revertirse.
Ya es claro que la inflación se acelera en junio y la capacidad de consumo comenzó nuevamente a contraerse. Por otra parte, juega en contra de la recuperación de la demanda el hecho de que la masa salarial global sigue reduciéndose por el desempleo público y privado. Este último se destaca en la construcción.
Preocupa también que la desaceleración en la marcha de los precios se logró a costa de generar nuevas distorsiones en los precios relativos. Existen una tablita cambiaría que queda rezagada, postergaciones de aumentos tarifarios y demasiados atrasos de sueldos y jubilaciones cuya “corrección” retroalimenta la marcha de los precios.
Perspectiva
La reactivación -ya no en V, sino modesta- sólo podría venir de una fuerte recuperación de la confianza, como pregonan los liberales, o del aumento de la inversión pública, como rezan los heterodoxos. Con la situación de los mercados globales, no cabe esperar una bonanza proveniente del exterior.
La alternativa de una intervención del Estado está ideológicamente descartada por el Gobierno. Parecería ser así incluso con proyectos con financiamiento externo. En cuanto a la recuperación de la confianza, asociada al mayor equilibrio fiscal y la mejora en el sector externo, se observa que está siendo muy lenta y sinuosa.
La tendencia a la caída del riesgo país de los primeros meses de la nueva gestión se revirtió mucho antes de alcanzar un nivel que hiciera posible el acceso al mercado financiero internacional. Las acciones, que reflejan la expectativa de ganancia del empresariado, vienen retrocediendo hace varias semanas. Hace un mes que no crecen las reservas en una época del año donde debido a las cosechas deberían aumentar mucho. El crédito de los organismos internacionales está frenado, en gran medida por objeciones al plan económico.
Programa
Es hora de redefiniciones para salir de la recesión y profundizar la lucha contra la inflación. Las cosas no están encarriladas como para que las soluciones lleguen solas, pese a que desde la conducción económica se reafirma que ya hay “programa economico”.
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