La columna de Horacio Lachman.
El Gobierno insiste en su modelo de centrar todos los esfuerzos en la lucha contra la inflación a través de una política fiscal y monetaria fuertemente restrictiva. Se carga al Tesoro con el gigantesco peso de los pasivos remunerados del Banco Central (BCRA) y se lleva adelante un “recrudecimiento monetario” a costa de afectar la acumulación de reservas. Además, al cierre de está nota no se sabía aún el costo que pagará por la eliminación de los puts, que garantizan a los bancos buena parte de los bonos del Tesoro en su poder. Una improvisación en el tema puede tener consecuencias muy graves.
Pulseada
En principio, está claro que en pos de una política monetaria ultraortodoxa se abandona la lucha en defensa del sector externo y del nivel de actividad económica.
Al arrancar la segunda etapa del programa, a comienzos de la segunda quincena de julio, los mercados respondían como podía preverse. Ya que para absorber dinero, el Gobierno está dispuesto a vender dólares contados con liquidación, la divisa norteamericana en los mercados libres -paralelo, Mep y CCL (que de alguna forma arbitran)- bajaban significativamente, reduciendo la brecha cambiaría.
Pero al afectarse al sector exportador y venderse reservas, la capacidad de acumular reservas y servir la deuda externa del país se ve afectada y ello se traduce en una brusca caída de los bonos externos. El riesgo país vuela, alejando por completo a la Argentina de un acceso a los mercados de crédito. El recrudecimiento monetario aumenta las presiones recesivas y las acciones caen estrepitosamente. El peso es el único activo que se fortalece, pero lo hace porque el BCRA vende dólares. Le compran barato, ¿pero qué va a pasar si se le acaba la pólvora?
Proyecto
El Ministerio de Economía, que entiende que el único problema de la Argentina es monetario, cree que éste renovado ajuste terminará siendo exitoso. Los exportadores se resignarán al actual dólar oficial que se devalúa un 2% mensual y los 15 mil millones de dólares de granos de soja de los silo bolsas pasarán a las arcas del BCRA. Con las reservas en recuperación por este mecanismo y la recuperación de la confianza, el riesgo país comenzará a bajar, la economía a crecer.
Así, será posible levantar el cepo y con el Régimen de Impulso a Grandes Inversiones (RIGI) lloverán los proyectos y se recuperará plenamente la actividad económica, sin inflación. Será el momento de liberar el mercado cambiario, permitir la libre entrada de capitales y el comercio internacional sin regulaciones ni cotizaciones fijadas desde el Estado. Y, en ese contexto, todos los problemas los podrá resolver el mercado, sin necesidad de políticas de desarrollo.
Límites
Pero la mayor parte de los economistas hoy -no sólo de la oposición, sino también liberales e incluso cercanos al Gobierno-, y menos aún el FMI y los demás potenciales prestamistas, cree en este círculo virtuoso. De acuerdo con la ideología, se pone énfasis en un distinto encadenamiento de los hechos, pero anticipan que el círculo virtuoso se transformará en un círculo vicioso que profundizará la crisis.
Piensan que los exportadores no van a liquidar sus stocks en el mercado cambiario oficial, a la paridad inferior a mil pesos que el gobierno no está dispuesto a devaluar. No les asusta que baje el contado con liquidación, pueden esperar, mientras que los inversores ven que la insuficiencia de reservas se acentuará. Creen que la devaluación se hará inexorable a la corta o a la larga y recién en ese momento y, sin mucho apuro, irán vendiendo. La falta de reservas podría llevar al país a los umbrales de una crisis de deuda. Por eso venden los bonos en dólares cuyo repago se va a hacer más difícil. Piensan que la situación llevará a un nuevo ajuste que le permita al país recuperar el apoyo pleno del FMI para evitar que el sector externo se torne crítico.
Por otro lado, la situación fiscal y las ambiciosas metas de emisión 0 se harán cada vez más difíciles de cumplir porque la recesión profundizará la notoria caída de la recaudación.
Perspectivas
Son visiones opuestas. Desde el Gobierno, bastante aislado, se apuesta al éxito del “recrudecimiento monetario”. Los demás creen necesario diferentes cambios en el modelo: devaluación, liberación del cepo, impulso a las exportaciones no tradicionales, inversión pública, etc. Pero se cuestiona el modelo.
El contexto se hace mas complejo para todos con el derrumbe del precio de los granos, que plantea que es imprescindible comenzar a apostar por la diversificación de exportaciones. La pulseada recién empieza, pero la caída internacional del precio de los cereales empeora el escenario.
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