La columna de Horacio Lachman
Los números en los mercados financieros continúan siendo muy favorables más allá de los zigzags. Con el pago de intereses y la amortización de Bonares y Globales por 4.400 millones de dólares la semana pasada, previsiblemente se avivará la presión alcista. Las declaraciones de las autoridades nacionales parecen ahora tener respaldo del FMI en cuanto a que está cercano un acuerdo que fortalecería las reservas. El riesgo país ya se ubica a tiro de ser suficientemente bajo como para poder colocar deuda en el mercado mundial, con lo que las dificultades financieras de corto plazo para el país prácticamente desaparecen. El cumplimiento irrestricto de la meta de superávit fiscal y la subrayada vocación de pago del Gobierno hicieron posible llegar a esta instancia antes de lo previsto, pese a la irrupción del preocupante déficit de balanza de pagos.
Escenario
La excelente perfomance y los buenos pronósticos de la Bolsa alcanzan a las dos sectores clave: energéticas y bancos. Las primeras porque de estas empresas depende recuperar el equilibrio externo y parece muy difícil que alguien quiera aplicar medidas que interrumpan su expansión. Los bancos, por su parte, se fortalecen en la coyuntura porque, en primer lugar, tienen grandes carteras de bonos que subieron mucho y muestran perspectivas de mayores subas.
Pero lo más importante es que con la menor inflación y la mayor oferta de dólares por el blanqueo, las tasas bajan y ello mueve la demanda de crédito al sector privado. Esto permite márgenes superiores a los que paga el Gobierno para absorber los excedentes que se acumulaban hasta ahora.
Actividad
Pero, paradójicamente, la bonanza financiera no se corresponde con el ritmo de la economía. Los indicadores de actividad de diciembre de tres sectores claves que ya conocemos (temporada turística, cemento y automotores) muestran un comportamiento poco favorable.
Los despachos de cemento, indicador clave de la industria de la construcción, tuvieron el último mes del año pasado una reducción del 11,9% respecto de noviembre y un 5,4% menos que en diciembre de 2023, mes afectado por el arranque del ajuste. De esa forma, los despachos de todo 2024 cayeron un 24% respecto a los de 2023, una caída sin precedentes.
El último mes del año pasado parece revertir la mejora del índice de actividad de la construcción del INDEC de noviembre, que había mostrado una mejora del 2,2% respecto de octubre. Pero, incluso en noviembre, debe advertirse que los datos del Indice Construya (IC), que elaboran las principales empresas del sector, reveló que la venta de productos para la construcción registró en noviembre una baja del 3,2% mensual desestacionalizada, manteniéndose un 24,8% debajo del nivel del mismo mes de 2023. El IC es un indicador sobre la marcha de la construcción, pero obviamente está reflejando la marcha de los importantes sectores industriales que la abastecen, como el hierro redondo o la elaboración de minerales no metálicos.
Además, ya contamos con los datos sobre la producción de diciembre de una rama clave como automotores, gran demandante de insumos industriales. Esta fue un 29,2% menor que en noviembre, con una caída de la producción anual acumulada del 17,1%.
Construcción y automotores
Cabe tener en cuenta que ambos sectores clave para definir la coyuntura están “condenados” dentro de la estrategia oficial. La construcción pública está prácticamente descartada en la actual gestión ya que se considera que es sólo una fuente de corrupción.
Respecto de la actividad automotriz, un colaborador destacado del Gobierno, el diputado y economista José Luis Espert, acaba de señalar que “la producción o armaduría de autos en la Argentina es un robo a mano armada” y que “habría que importar todos los autos”.
Otros indicadores
El BCRA señala que el REM de diciembre, un indicador elaborado en base a las opiniones de un conjunto destacado de consultores y equipos de economistas consultados mensualmente por la institución, proyecta en promedio para 2024 un nivel del PBI un 2,6% inferior al promedio de 2023. Para 2025, se estimó un crecimiento del 4,5% , si bien las diez que más aciertan proyectaron un crecimiento del 3,8%. Con relación a las proyecciones de mayor plazo, son del 3,7% anual en 2026 y de 3% anual en 2027.
La tasa de desocupación abierta para el cuarto trimestre del año se estimó en un 7,2%. Se espera una tasa de desocupación del 7% para el último trimestre de 2025, al tiempo que se especula que se mantenga en ese nivel a fines de 2026.
Evolución
De esa forma, se advierte que la evolución 2024/2025, el primer bienio de gestión del nuevo Gobierno (al que habría que agregar un dramático diciembre de 2023 donde el shock implementado provocó un derrumbe de la actividad), dejaría un crecimiento del 1,7%, bastante inferior a la tasa de crecimiento de la población durante el mismo periodo. La tasa de desocupación, por su parte, permanecería constante.
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