La situación del sector externo se ve cada día más comprometida, a pesar de la devaluación. Esto se revela en el elevado riesgo país, que implica mayores intereses de la deuda externa y, por ende, incrementa las obligaciones en moneda dura.
Frente a la “bola de nieve” de las Lebacs, el Gobierno ofrece Letras del Tesoro y bonos en moneda dual, que son obligaciones dolarizadas a plazos relativamente cortos (uno o dos años). Si bien se sale de los masivos vencimientos a 30 días, se pasa a vencimientos en dólares para el año que viene colocados a altas tasas de interés. Estos títulos no se pueden pagar con emisión monetaria ni licuar con la inflación porque el Banco Central no emite dólares.
Si bien el dólar alto puede mejorar los resultados del balance comercial y del turismo, la proximidad de las elecciones y la difícil negociación con los gobernadores y los parlamentarios peronistas pueden complicar el cumplimento de las metas fiscales debido a que está en duda que se logre concretar el ajuste solicitado a las provincias y la aprobación de un presupuesto para 2019 acorde con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ello no sólo pone en peligro la continuidad de las remesas del organismo internacional, sino que puede acentuar la salida de capitales y la liquidación de las divisas de exportación, que están completamente desreguladas.
Por otra parte, ya está claro que no alcanza con los recursos del FMI y que la Argentina debe reunir las condiciones macroeconómicas para poder acceder nuevamente al mercado de capitales, que se cerró precisamente por la desconfianza.
