Los balances de las entidades aseguradoras y reaseguradoras contemplan por el cierre del ejercicio al 30 de junio de 2020 la reexpresión de sus distintas partidas a moneda homogénea (ajuste por inflación). Esto de acuerdo con lo dispuesto por la Resolución Nº 539/2018 de la Junta de Gobierno de la Federación Argentina de Consejos Profesionales en Ciencias Económicas. También por las disposiciones complementarias dictadas por la Superintendencia de Seguros de la Nación.
Desde el punto de vista patrimonial, esto implicó un incremento del patrimonio neto producto de reexpresarse determinados rubros del activo que se exponían anteriormente en el balance a moneda histórica (inmuebles, bienes de uso y cargos diferidos). En tanto, los pasivos se encontraban ya expresados a moneda de cierre.
La técnica contable señala, además, que las partidas componentes del patrimonio neto y las que conforman el estado de resultados deben ser reexpresadas. El resultado del ejercicio se determina por la diferencia entre el patrimonio neto al inicio ajustado al cierre con más/menos las variaciones producidas en el mismo durante el ejercicio (aporte de cuotas sociales, revalúos técnicos, distribución de utilidades, etc.), comparándolo con el patrimonio neto al cierre determinado por la diferencia entre el activo ajustado y el pasivo.
Ajuste por inflación
Es importante analizar, en este contexto, cómo y por qué varió la composición de ese resultado, entre la estructura técnica y la estructura financiera, tal como se puede apreciar en los balances que se presentaron a la Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN).
Para entenderlo debemos recordar la particular naturaleza del ciclo de la operatoria aseguradora. En cualquier actividad, comercial o industrial, primero se incurre en el costo (de compra o de fabricación) y luego se generan los ingresos por las ventas. En el seguro, ese ciclo es inverso. Primero se generan los ingresos (la prima) y luego se incurre en los costos, ya sea por siniestros o por gastos. De ello deriva también la obligación de constituir las reservas técnicas necesarias para poder cumplir luego, en tiempo y en forma, con los compromisos asumidos.
Al practicarse el ajuste por inflación, las distintas partidas deben ser reexpresadas por el Indice de Precios al Consumidor desde su fecha de origen. Entonces los que se aplican a las primas son superiores a los de los costos. En consecuencia, el incremento de las partidas que integran el primaje devengado resulta ser, en función de dicho ajuste, superior al de los siniestros devengados y gastos ajustados, produciendo una mejora en el resultado técnico.
Primas y costos
Las disposiciones de la SSN señalan respecto de las primas que se deben reexpresar desde su fecha de emisión, debiéndose en el caso de las anulaciones llevarlas, a los fines de su reexpresión, a la fecha de origen de emisión de las primas que se anulan. En lo que hace al cálculo de los riesgos en curso, el cargo a resultados del ejercicio se debe anticuar y ajustar de acuerdo con los meses de emisión de los conceptos que lo originan. Por su parte, la incorporación a resultados de los riesgos en curso del ejercicio anterior, ajustados de tal forma, se debe reexpresar a moneda de cierre. El importe del pasivo por riesgos en curso se expone en el estado de situación patrimonial a valor histórico.
En consecuencia, la ecuación que da lugar a las primas devengadas (prima emitida más riesgos en curso del ejercicio anterior menos riesgos en curso del ejercicio) arroja, a moneda homogénea, un importante incremento en su cuantía respecto de los saldos históricos.
Por el lado de los costos, los siniestros se reexpresan a moneda de cierre considerando como fecha de origen: a) la del pago, en tanto este contenga explícita o implícitamente un reconocimiento de la inflación desde la fecha de ocurrencia o el pago o, b) desde la fecha de denuncia, en tanto no lo tengan. En este sentido, las aseguradoras por lo general aplicaron el primer criterio para todos los siniestros, aun en los casos en los cuales no existía tal reconocimiento. Al ajustarse entonces los valores desde la fecha de pago y no desde la denuncia, la cuantía de la siniestralidad a moneda homogénea que se expresa es menor.
Siniestros pendientes y gastos
En lo que hace a los siniestros pendientes, el pasivo se encuentra valuado a fecha de cierre, en tanto que el cargo a resultados por la constitución de la reserva al cierre del ejercicio no se ajusta en la medida en que tengan aquel reconocimiento. El cargo a resultados de los siniestros pendientes del ejercicio anterior se efectúa reexpresando el valor que poseía el pasivo a dicha fecha por el índice del año.
Los gastos, ya sea de producción o de explotación, se ajustan a moneda de cierre desde su fecha origen que, salvo en el caso de las comisiones, es por lo general la fecha de pago. Consecuentemente, los índices aplicados para llevarlos a moneda homogénea son inferiores a los que se utilizan para la reexpresión de las primas en cada ramo.
Efectos técnicos y financieros
De todo lo expuesto, y producto de ese ajuste, surge un incremento en los ingresos (prima devengada) que supera en muchos casos holgadamente al que se efectúa en los siniestros y en los gastos. Se produce entonces una disminución en las pérdidas técnicas que se registraban en un balance a moneda histórica, o incluso se genera un resultado positivo. Influyen también en este tema los cambios introducidos por la SSN en el cálculo de la reserva técnica por insuficiencia de primas. El mismo debe efectuarse sobre valores expresados en moneda homogénea, lo que derivó en una menor cuantía de la reserva, o en la necesidad de su constitución.
Por el contrario, el resultado financiero se ve reducido o incluso arrojó valores negativos. Ello por cuanto las rentas y otras utilidades por realización o tenencia debieran surgir de tasas reales, a diferencia de la contabilidad histórica que reconoce el ingreso aun cuando esa rentabilidad no alcance a compensar las tasas de inflación de los períodos en que la inversión estuvo expuesta. Es importante aquí destacar que, de acuerdo con lo dispuesto por el órgano de control, en los balances a ser cerrados hasta el 30 de junio de 2021 inclusive, el resultado financiero se expone en una sola línea, que incluye el Resultado por Exposición a los Cambios en el Poder Adquisitivo de la Moneda (RECPAM).
Disminución de los resultados del ejercicio
Siendo que uno de los objetivos de un balance a moneda homogénea es el de mantener el patrimonio neto a moneda constante, lo que se verifica en la mayoría de los estados contables al 30 de junio de 2020 es una disminución de los resultados del ejercicio. A ello debe adicionarse el efecto negativo que se produjo en los resultados acumulados al inicio. Esto producto del ajuste que debió practicarse sobre los valores de los balances al 30 de junio de 2019. Tal circunstancia derivó en una menor distribución de esos resultados habiéndose verificado que, en algunos casos, en las convocatorias a Asambleas se está planteando la desafectación de ganancias reservadas dispuestas en ejercicios anteriores para posibilitar la distribución de dividendos o el pago de honorarios.
Decíamos en la universidad: “Nadie puede administrar eficientemente una actividad de la cual no se conoce a la perfección su estructura de costos”. En nuestro mercado, y en contextos inflacionarios como nos toca vivir, ello implica analizar tal estructura considerando valores a moneda homogénea, y tener presente ello a los fines de confeccionar los cuadros tarifarios (conforme punto 26 y concordantes del Reglamento General de la Actividad Aseguradora). Esto con el fin de que las primas resulten suficientes para el cumplimiento de las obligaciones del asegurador y su permanente capacitación económico-financiera.
Desafío para el mercado
El desafío que se presenta en consecuencia es lograr ese equilibrio técnico considerando que los resultados financieros, que antes creíamos que “salvaban” nuestros balances, ya no estarán presentes, máxime en la actual coyuntura. La necesidad de formular adecuadas políticas, no solo comerciales, sino de suscripción, de retención de riesgos, de inversión, de siniestros y de gastos, son cada vez más necesarias. Asimismo, implican poner adecuada atención en la gestión de riesgos (de seguro, de crédito, de liquidez, operacionales y de mercado) con el fin de conocerlos y minimizarlos.
La búsqueda de un mercado asegurador solvente, que recree la confianza en nuestra actividad, hace necesario encarar tal desafío.
Nota escrita por Carlos Gallo, contador público y licenciado en Administración.
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