Los datos de octubre confirmaron la existencia de un nivel de inflación alto divergente no sólo de las metas fijadas para este año -ya holgadamente desbordadas, con una inflación superior al 19% en diez meses-, sino incompatibles con las metas que el Banco Central quiere imponer para el año próximo. Debe recordarse en este sentido que las autoridades monetarias, una vez que quedó en claro que no podrían alcanzar la meta del 17% de inflación este año, aspiraban a que los últimos meses del año el alza de los precios se limitara al 1% para converger con el 12% del año próximo. A esta altura puede estimarse que la meta de un máximo del 12% para 2018 se proyecta como más alejada de la realidad que las metas para 2017. La inflación bien por arriba del 20% este año, con un dólar sensiblemente atrasado, es más baja a la de 2016 -la actual gestión económica la elevó en su primer año al 40% anual-, pero no resulta sensiblemente diferente a las prevalecientes durante el lustro anterior.
La tasa que difundió el INDEC del 1,5% de incremento respecto a septiembre no sorprendió, porque fue el nivel alcanzado por el llamado Indice Congreso y el de la Ciudad de Buenos Aires. Se advierte una baja considerable respecto a septiembre, ya que este último mes el indicador había alcanzado el 1,9%, pese a que en octubre se sintió el incremento del precio de los combustibles con su fuerte incidencia directa e indirecta sobre el sistema de precios.
Pero aun así debe advertirse que la tasa del 1,5% mensual equivale en términos anuales al 20%. Numerosos economistas que ven con simpatía la orientación de la actual política económica no se cansan de reiterar que encarar la lucha antiinflacionaria sólo con las tasas de interés no puede resultar efectivo. En este sentido, desde la ortodoxia se insiste en que el déficit fiscal es excesivamente alto e incompatible con una baja sostenida del ritmo de inflación. A la subsistencia de un elevado déficit primario, que sólo se comprimió merced a los frutos de la moratoria fiscal superior a los 4 puntos del producto, se agregan 2,5 puntos más como resultado de los intereses de la deuda. El déficit de las provincias suma un punto más y el producido en el Banco Central por la colocación de Lebacs -del orden de 1.150.000 millones de pesos- dos puntos más. El déficit global se acerca al 10% del PBI y resulta de los más altos de nuestra historia reciente, plagada de grandes crisis de origen fiscal.