¿Hay o no hay “fallos de mercado”?

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La columna de Horacio Lachman

¿Que dirán los líderes de la economía mundial que estuvieron en Davos cuando sepan que el gobierno del fundamentalista de mercado Javier Milei afirma que las empresas están poniendo los precios mal o que con los descuentos distorsionan la realidad de los precios? Se escuchó en estos días, en boca de libertarios sacrílegos, hablar de “los formadores de precios”.

La teoría de la inflación con la que hace política económica el gobierno no sólo es equivocada. Tiene un costo económico y social desproporcionado que pone en peligro a la economía y a sus propios resultados.

Alternativas

El Rodrigazo fue un shock al que la oposición social lo derrumbó en poco tiempo. El plan de López Murphy sólo duró unos días. Algunos dicen que “lo que pasó luego fue peor que si lo hubieran dejado hacer a López Murphy”. Posiblemente sea cierto, ¿pero por qué no pensar en una tercera alternativa? Por ejemplo, una devaluación moderada con control de cambios, acompañada de una reprogramación negociada de la deuda externa, con políticas sociales compensatorias y concertación de precios.

La formidable salida de la convertibilidad que permitió crecimientos acelerados entre 2003 y 2011 -que superaron holgadamente los niveles previos al estallido- no fue producto del shock de mercado provocado por el estallido de la convertibilidad. Tampoco fue de que Remes Lenicov hiciera “la tarea sucia” ni de la soja. Los apologistas del mercado sostenían que la Argentina iba a tardar 20 años en recuperarse del default.

La recuperación fue producto de unas políticas de créditos que facilitó la recuperación de las empresas industriales y agropecuarias y una política social amplia, que empezó con congelamiento de tarifas, siguió con el Plan Jefas y Jefes, permitió redistribuir el impacto muy positivo de la devaluación sobre los exportadores a través de elevadas retenciones, impulsó la reanudación de las paritarias recreando el mercado interno, etc..

Ya con la salida de Lavagna del Ministerio de Economía, el modelo heterodoxo comenzó a trocarse en populismo y de allí a opacarse hasta extinguirse.

Crecimientos

Posiblemente, los ciclos de crecimiento de 1963 a 1973 -producto de la manufacturarización de las grandes inversiones motorizadas por el Estado activo de Frondizi- y del periodo 2002 a 2011 –apoyada en la fuerte recuperación de la posconvertibilidad- fueron los mejores de la historia.

Mucho más que los ciclos de expansión de la economía primaria exportadora. En ellos, la Argentina desperdició la riqueza gigantesca que le arrebató a los aborígenes para dar paso a un país con estancieros ricos, pero un pueblo pobre, sin una clase media rural y desindustrializado que, como se sabe, ocupaba el peor lugar en la división internacional del trabajo.

 

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