La columna de Horacio Lachman
El escenario económico cambió drásticamente. De un dólar atrasado se pasó a un dólar muy alto, con un fuerte impacto inflacionario, al que se sumaron los combustibles y, pronto, tarifas y servicios. Pero el nuevo Gobierno está dispuesto a aplicar un ancla muy efectiva (salarios, jubilaciones, empleo público e, incluso, inversión pública) con un programa monetario estricto.
Escenario
El mercado interno es la víctima evidente y, por eso, se anticipa recesión y más pobreza por un buen tiempo.
Obviamente, la situación preexistente era insostenible. El Gobierno aprovecha ahora el respaldo que le da el amplio triunfo electoral para encarar lo más duro de su programa. El Rodrigazo de 1975 no tuvo ese respaldo. El programa de Lopez Murphy duró días. La convertibilidad tuvo el doloroso costo de dos hiperinflaciones y el plan Bonex con un final muy triste.
Pero también fracasaron los programas gradualistas y mucho más los populistas. El retroceso constante del país es la evidencia de que todos los planes fracasaron.
Viabilidad
Estamos frente a una nueva posibilidad. No sólo exige precisión técnica, sino viabilidad política. Y ello exige manejar el costo y el humor social, lo que es más importante en un gobierno sin fuerza propia en el parlamento y entre los gobernadores.
Por eso, la coyuntura obliga a enfrentar la crisis con optimismo, pero también con cautela.
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