El problema de la falta de confianza

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Horacio Lachman, director de Todo Riesgo.

El comportamiento de los mercados refleja claramente la falta de confianza del sector privado en el futuro de la economía. Pero esta falta de confianza no es el único problema que nos afecta. El gobierno anterior, que por la trayectoria de sus líderes y por los ajustes que implementó durante su gestión (especialmente en su segunda etapa) debía mejorar las cosas, fracasó en todos los planos.

No se puede gobernar para dar confianza a los mercados, pero cuando la falta de confianza ya es muy alta, se transforma en un problema crucial. Los empresarios no solo dejan de invertir para desarrollar su empresa. Optan por reducir también su capital de trabajo, despidiendo y malvendiendo equipos para protegerse.

Explosión del déficit fiscal

De esa forma, la recesión heredada y el confinamiento se potenciaron para dar lugar a una caída del 19% del PBI en el segundo trimestre del año. El afán por contener la baja de la actividad económica y proteger a los sectores más vulnerables incrementó el gasto público y la fuerte disminución de la recaudación redujo los ingresos. Así explotó el déficit fiscal de forma que el año que viene, con todo el optimismo que siempre reflejan los presupuestos, solo bajaría al 4,5% del PBI, cuando el programa con el FMI vigente el año pasado planteaba hacerlo desaparecer a fines de 2019.

La única forma de financiamiento es la emisión monetaria, lo que hace prever una próxima aceleración inflacionaria y lubrica la fuga de capitales. Por su magnitud, esta última está saltando todos los controles y llevando las reservas internacionales a un nivel crítico que podría provocar una explosión del valor de las divisas.

En ese escenario, el gobierno tomó decisiones políticas, o no las tomó, que hicieron prosperar los temores del sector privado, potenciados por una dura oposición.

Ello le dio más fuerzas a la demanda de un fuerte ajuste ortodoxo, de un elevado costo social, y que fracasó reiteradamente en el país por la falta de viabilidad social y política que aun el FMI consideraba necesario para el programa de salida del gobierno argentino.

Ajustes moderados

¿Puede responderse a la crisis desde un enfoque ortodoxo? Desde ya, la probabilidad de que este tipo de política a la que el gobierno apostó tenga éxito es mucho menor que al comienzo de su gestión. Por eso, en el mejor de los casos, hay que ser modesto en los resultados en el corto plazo.

Pero si hay paciencia, con ajustes más moderados -que no destruyan al mercado interno y el poder de compra- pueden avanzar en la mejora fiscal, la reducción de la inflación y la contención del dólar. De todas formas, no basta solo con ello.

Hace falta que no se tomen decisiones políticas que provoquen incertidumbre, sino todo lo contrario, que reflejen la aspiración de que el sector privado participe activamente en la recuperación.

Es muy importante que haya un plan económico activo. Hoy en Occidente no se hacen planes económicos, pero la Argentina debe explicar cómo va a salir de la crítica situación en la que se encuentra. Hace falta que el Ministro de Desarrollo Productivo tenga presencia. Que haya políticas exportadoras, energéticas y de desarrollo industrial. Sobre esa base, la salida será lenta pero efectiva.

 

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