Cumplido un mes del decreto presidencial de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), la industria de caución tuvo un balance satisfactorio: operación 100% digital y remota, respetando la prioridad sanitaria. La Póliza Digital, hace tiempo validada por ley y autorizada por la Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN), apareció como la solución en este contexto de virtualidad. Se convirtió en la alternativa superadora a la acostumbrada póliza de papel certificada por escribano.
Es destacable el trabajo de modernización realizado por la SSN, que permitió digitalizar innumerables trámites. Esto generó plataformas de registro de emisión online (nube), presentaciones de pólizas por web y otros avances que permiten prescindir del papel como instrumento de registro y operación.
Entre los lógicos efectos negativos de este suceso que llegó para cambiarlo todo aparece un viejo conocido, la cobranza. Para ejemplificar este flagelo: por ejercicio, el mercado vende diez pesos de prima en total y las compañías presentan en sus balances un rubro llamado Deudores por Premio (dinero que le deben los tomadores a las aseguradoras) que suman en total 6,4 pesos. Es decir, de todo lo que se vende en un ejercicio, las aseguradoras tienen en total un 64% aún sin cobrar (“plata en la calle”) en ese rubro.
Iliquidez
Esta variable, definida en el ramo como el principal generador de daño financiero a los cascos patrimoniales de las compañías especialistas, parece agravarse aún más en este contexto de COVID-19, que requerirá de medidas urgentes para evitar un escenario de iliquidez en las flacas arcas de las compañías. Esta situación se agrava cuando las obligaciones de pago continúan (impuestos, reaseguro, comisiones, siniestros, sueldos, etc.), generando un contrapunto con la cobranza, que se redujo al menos un 40%.
Entre las opciones más usuales para ganar liquidez aparece el estratégico rubro de inversiones. El mismo se encuentra registrado contablemente con un valor técnico muy por encima de su efectiva cotización de rescate. Esto genera otro espejismo que tendrá menos margen para darle liquidez a un mercado ya de por sí golpeado por la recesión preexistente.
Alternativa
Entre las propuestas excepcionales que se presentaron existe la moción de habilitar transitoriamente a las aseguradoras a recibir créditos subsidiados, hoy prohibido por ley. Esto permitiría transitar estos momentos con mayor soltura. También empardar estos costos de financiamiento con los alicaídos rendimientos de las carteras de inversiones vigentes, donde los títulos públicos tienen un fuerte protagonismo.
Un capítulo abierto, próximamente objeto de otro artículo, será cómo seguirá la siniestralidad. Esta variable viene en franco ascenso en los últimos ejercicios. Sin dudas, tendrá un potencial escenario de incumplimientos. Principalmente en el ámbito privado, donde empezará a escucharse nuevamente la expresión “fuerza mayor” por las características extraordinarias de esta realidad impensada.
El mercado de caución, a pesar de estas circunstancias de aislamiento, sigue sólido. Sin embargo, deberá adelantar algunas jugadas para evitar entrar en la lógica general del juego de la industria del seguro. Allí, la insuficiencia técnica, siempre rescatada por rendimientos financieros, ya no será posible ni en tasa de rendimiento ni en instrumentos disponibles.
La flexibilización de la cuarentena de nuestra actividad parece ser inminente. Ayudará a alivianar una situación que requerirá de más y mejores prácticas del reconocido management argentino.
Nota escrita por Mariano Nimo, gerente general de Afianzadora – Seguros de Caución.